Relatos Dreamers

     Batman leyó el informe de Robin por décima vez. En cualquier caso, sus soldados estarían en contacto con él por radio. Pero más le valía estar preparado.
-¿Señor?- preguntó la voz seca del mayordomo a sus espaldas.
-Dime, Alfred.
-¿Puedo sugerirle una capucha reforzada para esta noche?
-¿Crees que será necesario?
-Con el debido respeto, señor, es bastante improbable que un enfrentamiento con un escalador vaya a desarrollarse sobre una superficie horizontal. Es mejor ir preparados.
     Batman no respondió. Revisó la última página del informe.
-Alfred, hazme un favor- dijo de pronto-. Llama a Lucius y dile que mañana voy a hacer un viaje rápido.
-El señor Fox debe estar descansando a estas horas, señor.
-Sí, tienes razón. Será más creíble si el cretino que llama a las dos de la madrugada es Bruce Wayne.
-Me alegro de que lo entienda, señor- murmuró Alfred mirando al techo de roca.
     Batman soltó una leve risa por lo bajo. Alfred arqueó una ceja.
-Si me permite el atrevimiento, señor- añadió-, diría que este es uno de esos casos que tanto le afectan a nivel personal.
-Ya hemos hablado de esto, Alfred, y está superado.
-Ahora me refería a la otra vertiente, señor- apuntó el mayordomo-. Con todos los respetos, ya no recuerdo cuándo fue la última vez que usted se divirtió con un caso.
     Batman tardó en responder. Tenía que reconocer que le estaba encantando medirse con un criminal como éste.
-Es la emoción de la caza, Alfred. El ladrón está en el centro de mi red, y esta misma noche lo tendré.
-Procure no dejarse llevar demasiado por la emoción de la caza- dijo Alfred, enfatizando estas últimas cuatro palabras-. Una emoción excesiva puede hacer que se precipite y cometa algún error.
-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo exponer a la señorita Gordon a un peligro sin ponerla sobre aviso.
     Si hubiese que destacar una sola de las virtudes de Alfred Pennyworth, sin duda sería su extraordinario talento para meter el dedo en la llaga. Era capaz de encontrar el núcleo de un problema, y no tenía absolutamente ningún reparo en hacerlo notar. Eso sí, siempre con la mayor elegancia.
-Nuevamente tienes razón- aceptó Batman-. Me estoy dejando llevar.
-Pero no pierda ahora esa emoción- dijo el mayordomo-. Se convierte usted en un adversario formidable cuando le invade esa “emoción de la caza”, como usted la llama. Lo único que necesita es recordar de quién debe ser adversario.
     Batman reflexionó unos instantes. Luego cogió el micrófono.
-Oráculo.
-Dime.
-Necesito que tú seas mi enlace en la operación de esta noche. Me irás pasando datos del informe cuando los pueda necesitar.
-Entendido. ¿Algo más?
-Avisa a Batgirl. Ella será mi refuerzo.
-¿Y Robin?
-Se ha ganado un descanso.

(Estamos terminando, así que... agotemos los últimos cartuchos. ¿De verdad que no me vais a pagar nada de derechos de autor? Vale, sí, la mayoría de los personajes son de DC, pero... joooo... vale, vale, vosotros mismos)