VII
Aquí paso a narrar,
bajo forma de diario, mi implicación en este asunto, que
aunque no presagia nada bueno, no puedo por más que intervenir.
Por razones de seguridad
y para la paz de mi espíritu, yo prefiero no revelar mi verdadera
identidad, tampoco voy a proporcionar ningún dato que pudiera
llevar a mi identificación. Por tales razones me autodenominaré
He-Who-Must-Not-Be-Named, o Hee Hoo para mayor comodidad.
Así que con esto todo queda dicho: No quiero que se mencione
mi verdadero nombre.
Todo comenzó aquella
noche cuando volví a mi residencia en las afueras de Brattleboro.
En mi casilla de correo me esperaba un sobre enviado desde Innsmouth,
por medio de un servicio de correo rápido. La carta provenía
de mi viejo amigo Joseph Curwen y en la misma me hablaba con exitación
de un amuleto que había traído de Egipto. Adjunto
a la misiva hallé un foto del mismo. Aunque jamás
vi nada igual, el objeto me evocó inmediatamente viejas cosas
que hoy se han perdido por que nadie las recuerda. Decidí
entonces contactar con Lavinia Whateley, cuyas competencias en materias
ocultas nos serían sin duda de gran utilidad.
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