XXXVIII
No me deja Vd. muchas alternativas
y me doy perfecta cuenta de que está dispuesto a todo por
recuperar lo que Vd. llama "reliquia de Al-Cuhuir" [un
crujido nos hace volver la cara hacia uno de los rincones de la
biblioteca que se hallaba sumido en las tinieblas] Nunca hubiera
podido imaginar que... [oimos unos pasos ligeros tras la puerta
de roble macizo de la biblioteca] Lord Curwen [hice una pausa
muy larga] me trajo esa figurilla de El Cairo para mi colección
de antigüedades [Don Gonzalo tosió y dijo entre dientes
"antiguallas"] No creo que sea una pieza auténtica
[Percibí una sonrisa burlona], Vd. sabe que las falsificaciones
están a la orden del día... Y también sabe
que... [Empecé a alargar las palabras, a silbar un poco
las eses y a llenar mi discurso de pausas] No sé exactamente
lo que es Vd. [De repente nos sorprendió un relámpago
que nos cegó por un momento], pero me consta que tiene
poderes sobrehumanos [Sonó el estallido bronco de un trueno],
pero ha cometido un error: [Se volvieron a oir ruidos al otro
lado de la puerta] no solamente tengo la reliquia, ¿suya?
[Algo empezó a cambiar en su cara] sino también
su... éso sí que es suyo... su medallón [Sus
ojos echaban chispas que parecían acompañar a la tormenta]...
o ¿sería mejor decir su amuleto? La "rana coronada"
que conserva su alma o como quiera llamar a su hálito vital
[Seguían los ruidos tras la puerta, pero de pronto apareció
detrás del sillón esgrimiendo el medallón Sir
Joseph y la figura del sillón simplemente se evaporó]
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