Diálogos Líricos

© Henry Armitage


«Cadáver esquisito»
© António Domingues, António Pedro, Fernando Azevedo, João Moniz Pereira y Vespeira, 1948.

 

Diálogo Lírico

Bolangera

A las orillas del silencio,
un pozo negro sobre mi cabeza,
un todo azulado perdiéndose en la inmensidad.

Armitage

Acunan las olas el vacío de una soledad plomiza
La noche me cubre hasta las sienes
Y en mi cielo los dos soles apagados de tus ojos eléctricos.

Bolangera

Sentada en mi trono de arena,
la brisa,
huele a agua serena de jazmín,
y se enreda en mi cuerpo.

Armitage

Con la piel al aire y en la vacuidad de los colores del cristal líquido
Abraza mis comisuras, engarza mi cintura que huele a sol
Mientras los erizos negros motean prados infinitos de sal
Hacemos redes con nuestras manos y pies del redondo y anaranjado azahar.

Bolangera

Lunar espejo de estrellas,
plata acuosa,
de tu vientre
surge la fuerza turquesa,
coronada por la espuma
que abraza,
incesante,
las rocas...

Armitage

Lupanar de placeres veniales y mortíferamente carnales
Donde no se rompen las caras marchitas del diamante
Donde los dedos exaltan la flor del nervio
Donde las yemas de los dedos frotan el tatuaje de un silencio muerto
Donde la mirada tiene un sonido pétreo
Donde las muñecas se parten en dos como abanicos de falso nácar
Donde el horror de las sirenas nada entre las aristas de las rocas.

Bolangera

Líquido esencial,
caldo histórico.

Armitage

El mar se ha hecho olvido
El olvido palabra.

Bolangera

Mece, tu oleaje, mis pensamientos,
me envuelve en una extraña hipnosis,
arrastrándome a sus profundidades.

Armitage

Soy grano de arena varado en la bajamar
Arcilla de secano diluida en el bordado de tu divinidad salobre
Ahogado en tus orillas del silencio.

Bolangera

Y convirtiéndose en una irremediable parte
de mi realidad más íntima.
Serás elegida como mi lecho de eterno reposo.

Armitage

Moriré cuando tú mueras
Navegando tierra adentro y corriendo alma afuera
Y me comerá vivo cada eternidad de tus arenas.

A La Mediterrànea

 

Hipo-Relato para la Dama de Blois y el Emir de Kitab Al-Azif

Llegó el trópico al motor de vuestros deseos y desnudó un cuello oferente, ebria de vuestra sangre } en el festín del encuentro . Y se bebieron uno al otro del tinto arterial, el suspiro venial y el colapso mortal.


 

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Lira H.P. Lovecraft