H.P. Lovecraft, Desde el horror. Buenos Aires. Plaza Dorrego Editores, 2004, pp. 7-8
lustración © Gerry de la Ree
© DOGON [*]
Howard Phillips Lovecraft es el escritor de "lo escalofriante"; el escritor que recurre a cultos desconocidos, manifestaciones esotéricas, saberes mágicos, climas opresivos, para revivir historias en las que planea el horror que emana - en el caso puntual de esta selección - de sus cuentos, se convierte, sin embargo, en una experiencia singular basada en sus manifestaciones predilectas: antiquísimas y ruinosas mansiones; granjas abandonadas; seres extraños en cuanto a aspecto o comportamiento; situaciones inexplicables dentro de la lógica de lo natural.
Sus cuentos muestran una fina gama de secretos, de conocimientos ocultos al hombre común que, de alguna manera sutil, tienen que ver con la doctrina que los filósofos de la antigüedad solamente comunicaban a muy pocos y privilegiados discípulos y que conocemos bajo la denominación de esoterismo. El otro aspecto destacable de su literatura se refiere a una suerte de premoniciones - realmente asombrosas - que consideran temas que, más adelante en el tiempo, se hicieron objeto de estudios. Un ejemplo: Lovecraft habla, desde fines del siglo XIX, de "agujeros negros" y ya hace años que los científicos actuales "asustan al mundo" con el "agujero de ozono" del sol. De esto, su posibilidad, como la de Edgar Allan Poe, de ser un adelantado de lo que después llamaríamos "ciencia ficción".
H. P. Lovecraft nace en 1890, en Providence (Rhode Island), y de acuerdo a su no demasiado extensa biografía, sus padres padecían, ambos, trastornos nerviosos. Howard es algo así como un "niño prodigio", ya que lee a los tres años y a los seis, escribe su primer relato. La muerte de su padre, cuando el niño tiene ocho años, lo deja al cuidado obsesivo de su madre y tías, contando con la única figura masculina de su abuelo paterno, quien lo inicia en la lectura y despierta en él otras curiosidades. Las sucesivas muertes de abuelo y madre lo enfrentan con una realidad económica que le resultaría, para siempre, difícil de sobrellevar. Escribe febrilmente en cuanta revista o publicación lo acepte; trabaja, también, como corrector y llega a reescribir cuentos ajenos. Se casa, separándose al poco tiempo. Su producción es por demás numerosa - cuentos y novelas cortas - y queda totalmente desordenada pues nunca la editó, correspondiendo esa tarea a un gran amigo y admirador, August Derleth.
Muere de cáncer en 1937, en el mismo lugar donde había abierto sus ojos al mundo, su adorada tierra de Providence, que su imaginación deslumbrante llena de parajes y ciudades, las que precisamente aparecen en sus cuentos, como Arkham o Innsmouth. Y su estilo es tan avasallante como la imaginación que lo acosa; un torbellino de palabras que, muchas veces, le impide tener en cuenta los signos ortográficos. Una "falta" que debe respetarse ante el placer que provoca la lectura de su magnífica obra.
[*] © 2004, Jorge R. Ogdon (a) Dogon. Queda hecho el depósito que marca la Ley N° 11.723 de Registro de la Propiedad Intelectual de la República Argentina. Es propiedad. Derechos reservados. N.B.: Los derechos de los textos transcriptos y de las ilustraciones de tapa reproducidos en esta nota pertenecen a sus respectivos autores, y se presentan únicamente como material didáctico y de estudio para los visitantes ocasionales de Nueva Logia del Tentáculo.
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