§ 6. Prólogo de Fernando García

H. P. Lovecraft, Polaris y otros relatos. Obras (1905-1920). Buenos Aires: Editorial Altamira, 1996, pp. 7-9

© DOGON [*]

El hombre que para el terror y la gloria de las generaciones futuras sería Howard Phillips Lovecraft nació en Providence (Rhode Island; Estados Unidos de América) el 20 de agosto de 1890. Su padre, Winfield Scott Lovecraft - un viajante de comercio alcohólico descendiente de caballeros ingleses -, fue internado cuando Lovecraft contaba con dos años y medio de edad, en el Butler Memorial Hospital, enloquecido por una sífilis terciaria; murió el 19 de julio de 1898, a la edad de cuarenta y cuatro años. Su madre, Sarah Susan Place Phillips, internada más tarde en el mismo hospital por causas parecidas, falleció el 24 de mayo de 1921. Lovecraft fue criado por su abuelo materno y sus tías, en una vieja mansión de Angel Street, última reliquia del antiguo esplendor de una familia aristocrática sumida en la pobreza. Sus primeros años transcurrieron bajo el despiadado orgullo de la estirpe. Los paseos nocturnos, la asstronomía, "Las Mil y una Noches", la poesía del siglo XVIII, los cuentos de terror, la compañía de los gatos, el Imperio Romano, el café con cuatro cucharadas de azúcar, los helados, la soledad, el coraje y la soberbia, fueron sus primeras y definitivas pasiones.

A temprana edad intentó - en relatos breves y vacilantes - imitar a Edgar Allan Poe; más tarde lo atrajeron la poesía de Samuel Johnson, el humor sangriento de Ambrose Gwinet Bierce y Los diosers de Pegana de Edward John Moreton Drax Plunkett, XVIII° Lord Dunsany; de esta confusa época podemos rescatar The Doom that come to Sarnath (La maldición que cayó sobre Sarnath, 1919), The Cats of Ulthar (Los gatos de Ulthar, 1920), The Music of Erich Zann, 1921), así como Herbert West, 1922, una hábil parodia del relato macabro tan caro a Poe y Balzac. Se vinculó con el periodismo aficionado, publicó innumerables historias, ensayos y poemas, abominó imparcialmente del arte de vanguardia, el cristianismo, la democracia, la inmigración, el verso libre y la pornografía.

Editó también, con una imprenta casera, un curioso fanzine: The Conservative, donde publicó ensayos sobre astronomía, versos endecasílaboss y apologías de la poesía pastoril renacentista, la arquitectura georgiana, la intervención en la Primera Guerra Mundial, la Ley Seca, la superioridad aria, las virtudes aristocráticas, el antisemitismo y la libertad de expresión. A finalesx del año 1917, al declarar Norteamérica la guerra a las potencias centrales, Lovecraft se alistó como voluntario en la artillería, pero no llegó a ser movilizado. Un inoportuno armisticio lo privó del fango, la pólvora, la septicemia, los piojos, el hambre y el destino heroico que deseaba.

Pero a comienzos de la década del 1920, un insospechado acontecimiento cambió el curso de sus días. William Hope Hodgson le enseñó que tan importante como crear una atmósfera es narrar una historia que concite la atención fervorosa del lector; y - acaso este hecho sea más importante que el anterior - Arthur Machen le recordó la vieja doctrina protestante que el Mal es menos un adjetivo calificativo que un estado abominable del alma. Así, casi sin proponérselo, este oscuro erudito de provincias que no anhelaba otra cosa que ser un discreto epígono de Poe, inventó el cuento de terror contemporáneo. Lo demuestran The Festival (El ceremonial, 1923), The Colour out of Space (El color que cayó del cielo, 1927), The Case of Charles Dexter Ward (El caso de Charles Dexter Ward, 1927), The Dunwich Horror (El horror de Dunwich, 1928), The Whisperer in the Darkness (El susurrador en la oscuridad, 1930), The Shadow over Innsmouth (La sombra sobre Innsmouth, 1931), At the Mountains of Madness (En las montañas de la locura, 1931), The Thing on the Doorstep (La cosa en el umbral, 1933), The Shadow out of Time (La sombra fuera del tiempo, 1934), The Haunter in the Dark (El morador de las tinieblas, 1935) y tantas otras espléndidas y atroces pesadillas. Era la gloria.

En 1924 se casó con la escritora Sonia Haft Green y se estableció en Nueva York. En 1928 se divorció y volvió a Providence, la ciudad que más amo que a nada en el mundo. Por esos días, su orgullo, su nobleza y esa idea - tan propia de los hombres del Nuevo Mundo - de que la amistad es la más preciosa de las pasiones, le ganó la adhesión de un puñado de hombres leales que lo socorrieron en los sórdidos sucesos de la miseria - Robert Hayward Barlow, Robert Bloch, August Derleth, Samuel Loveman, Robert Howard, Francis Belknap Long, Clark Ashton Smith -, así como las páginas de varias revistas especializadas. Para entonces, Lovecraft había vuelto a sus viejas aficiones: la soledad, los gatos, la vida nocturna, la lectura de los clásicos, la cortesía y la soberbia, que lo acompañaron gratamente en sus últimos días.

A comienzos de 1937 fue internado en el Jane Brown Memorial Hospital de Providence, debido a un cáncer intestinal complicado con una nefritis crónica. Murió, tras una larga y pudorosa agonía, el 15 de marzo de 1937. Altivo y solo, como mueren los hombres.

Esta es, en breves líneas, la vida de Howard Phillips Lovecraft. Lo demás - casi todo - está en sus libros. Confío en que sepamos merecerlos.


[*] © 2004, Jorge R. Ogdon (a) Dogon. Queda hecho el depósito que marca la Ley N° 11.723 de Registro de la Propiedad Intelectual de la República Argentina. Es propiedad. Derechos reservados. N.B.: Los derechos de los textos transcriptos y de las ilustraciones de tapa reproducidos en esta nota pertenecen a sus respectivos autores, y se presentan únicamente como material didáctico y de estudio para los visitantes ocasionales de Nueva Logia del Tentáculo.

 

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