Encadenados

© Stephanie Pui-Mun Law

 

 

Joseph Curwen

Estallido de la cera de un cirio. Algo ruidoso, estrepitoso, cual traca que simboliza alegría y fiesta. Ocurre por la mañana, cuando queda todo un día de luz y de posibilidad de llevar a cabo la expresión de emociones y sentimientos positivos.

El viento cambia de sentido, ahora sopla freco y vivaz y no viciado y espeso como el viento falto de oxígeno de una celda estrecha y semioscura. Ese nuevo viento es absorbido por la ventana llanando esa celda de puro oxígeno que es néctar de vida y de esperanza.

Los eslabones que encadenan las emociones quedan desvanecidos y reconvertidos en cadenas de fino oro blanco que ahora adorna las muñecas y los tobillos de aquel que antes permanecía somnoliento y triste. La campana suena alegre para que los pájaros sepan que su trino ya no es esencial, porque ahora ya no han de volar hacia la ventana de la celda, pues ya no hay celda, ya no hay ventana. Ahora todo es luminosidad, resplandor, alborozo y destellos de intensas sensaciones que se desplazan entre los átomos del oxígeno de vida.

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© 2004