Encadenados

© Stephanie Pui-Mun Law

 

 

Henry Armitage


Todas estas expresiones tienen un sentido evocador difícilmente superable, cada pareja de palabras nos lleva a parajes indescriptibles, porque son parajes inmateriales. Si la ciencia-ficción se inventa paisajes imposibles, la lírica curweniana se inventa paisajes emocionales a veces difíciles de abarcar, de explorar. Uno se encuentra a merced de las palabras que te ponen un nudo en la garganta con ese brazo asidor; que te satura los oídos con esa cadencia silente; que no se calla nunca, que se balancea en los tímpanos; ese cálido humor que hace líquido hasta los pensamientos más íntimos; ese roce sutil de alas que asaetan hieles y que escarban en la herida de la belleza con un amargor de lo que no se puede tener en propiedad, ni siquiera recogido en los huecos de la mano, mucho menos en la memoria, que se escapa como arena entre los dedos: Linfa y cristal de lo líquido y lo duramente frágil... hasta llegar a ese guía poco recomendable: Bruno Mensajero, la mala compañía que se corrige con el Níveo Guardián.

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