Solsticio

Nueva Logia del Tentáculo

Algo en la cama

 

 


¡No lo soporto más! ¡He de abandonar esta prisión que encadena mi existencia! Tengo miedo, mucho miedo, pero he de sacar fuerzas de lo más profundo de mis entrañas y seguir esa luz que, allá al fondo, puede alumbrar la oscuridad que está consumiendo cada segundo del tiempo que me queda por vivir. ¡Vivir! ¡Eso quisiera yo! ¡Poder vivir! Esa luz que brilla intermitentemente tras la puerta me atrae sin poderlo remediar, y esa Caja de Música que contemplo entre luces y sombras debe esconder la llave de mi salvación. ¡Sí! ¡Eso es! Siento un ápice de esperanza que me hace sentir fuerte por primera vez en mi vida. Esperanzado en salir del presidio de mi lasa actividad, sin tino suficiente como para abrir la Caja de Música, me deleito en las soñadas armonías que por su tapa tratan de filtrarse. ¡La mer! ¡Cuánta evocación en el envolvente cilindro espinado! ¡La mer! A mis pies, bajo el acantilado, me vigilan, con cristales de sal, los ojos vacíos de los ahogados que, meditabundos, miran sin ver, ahítos de sombras.

Ojos desvenados, desorbitados, que, cual glóbulos saltones, me miran ¡La mer! Es ella, que viene flotando, ¡no!, caminando por las aguas. ¡Qué lejano está el perfil de esa costa! ¡Y ella viene, viene hacia mí!
Los sones de la caja de música acallaban los gritos y los llantos... La familia compungida lanzaba miradas llorosas por los rincones de la habitación... mientras... el ser, reposaba sobre el lácteo lecho las extrañas ideas que atormentaban su loca cabeza. Solo él, en su locura sabía lo que debía hacer.

Sigue


 

© 2003