en
el vetusto vaticinio que cantó esta gesta junto al
fuego, junto a la cuna. ¿Será está la realidad o meramente
un sueño, un recuerdo, vago y oculto, que trata de aflorar como una flor
nueva? Ah, lejanas rememoraciones que no quiero recordar. Es mejor dejarlas correr,
como corre el plomo fundido corriendo por el canal del horno, camino a su destino. El
suave sonido de un violín marca sus notas, de repente una voz rota me invita
a seguir escuchando, se unen más notas, un conjunto desgarrador atrae mi
atención, ¡piano!, y va creciendo más, un coro de voces emerge
de esa caja, cientos de cuellos rasgados me estremecen con sus gritos. El tímido
gemido del ser se pierde entre los llantos de los degollados. ¡¡¡Huir!!!
Tengo que encontrar el camino, tal vez la salida de mi mismo. El miedo me embarca
sin rumbo, las gargantas siguen emitiendo sonidos, las escucho a lo lejos, cómo
las espadas producen notas al chocar con las cuerdas vocales de los desgraciados. ¡Qué
me está pasando! ¡Cuál es mi pecado! No entiendo nada, mi
mente es incapaz de procesar nada lógico y esas malditas lacerantes infernales
voces están horadando cada uno de mis sentidos. Sí, eso es, ahora
lo entiendo ¡pero... no puede ser! ¡No es posible! ¡Es totalmente
macabro! ¡He presenciado en un instante mi propio nacimiento y mi propia
muerte! Alguien, no sé quien, pero un maligno y despiadado engendro, ni
por que perversa razón, está torturándome sin compasión,
está rompiendo el ya etéreo cristal |