Solsticio

Nueva Logia del Tentáculo

Algo en la guerra

 

 

de mi existencia. He presenciado durante eternos segundos, seres horriblemente indescriptibles naciendo y en su repugnante lecho de muerte, y esa maldita Caja de Música que no es más que mi propia conciencia, mi propio origen, mi propio sino, y esos demoníacos cánticos que emergen de ella, hacen de pregón y de fatal vaticinio a lo que me aguarda, a mi destino, a mi propia muerte.

Es un gori gori fantasmagórico que me atrae hacia la espesura Estigia, hacia las cavidades cavernosas del tránsito, para el que remotamente me considero preparado, si bien inconscientemente atraído. Me siento atravesado por un venablo polifónico para el que no encuentro remedio. Cuanto más oscuros son mis pensamientos, más lacerante se hace mi herida.

De pronto, siento una mano en mi hombro. No reacciono, mantengo los ojos fuertemente apretados, tanto que empiezo a ver destellos de luz, estrellitas intermitentes, como si hubiera estrangulado el nervio óptico. Unas manos, espesas, sólidas, marmóreas me sacuden por los hombros. Por fin, abro los ojos, como si me acabara de despertar. Pero los ojos se me abren a la pesadilla de una mirada, mientras empiezo a escuchar de nuevo la música, que ahora no surge de una caja, sino de una boca cartilaginosa y micilaginosa con un aspecto extraño, una boca híbrida de ventosa y pico de tortuga. La voz gangrenosa me anuncia que me evaporaré al llegar el solticio de invierno y con la uña de su dedo índice araña mi frente tallando su mensaje: Sunt Carpe Ubi Saeculum

Sigue


 

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