Noche extensa

© 2005 Abdul Alhazred


La Canina

 

El rubicundo Apolo se ha dormido y en el éxtasis ha extendido los flagelos lasos de la noche a territorios de latitudes indómitas. Noche sin fin, día nonato de existencia ni siquiera exigua, fagocitado por el voraz apetito de la tierra sin patria. De los caireles de tu música se han humedecido las guedejas de mi son aletargado; son sin sal. Sal de sí y ven en mi auxilio. Ilumina la noche de mis tormentos anticipados y sácame de la oscuridad de mi atropello. Ni siquiera guardo una moneda con la que contentar al barquero Caronte.

Se rasgó el velo y los densos tules acolcharon el aullido de mi grito de espanto con sonora afonía: voces mímicas de mínimos enunciados. Se ha adherido el miedo al costado esponjoso de mi sospecha y el ala de la funesta virulencia me acosa y jadea con estertores de pánico. Ni el trípode de la esperada espera es el vigoroso bieldo con el que ahuyentar mi negativa y se han cegado las puertas de mi tránsito armónico.

Los ominosos miedos se han vivificado en el memorial del abandono y han enfrentado sueño y muerte, agua y sed, luz y sombra, soledad y gentío en la multitud de solo a solas; donde encontrarse a uno mismo es la casuística fortuna de la generosidad en el carrusel de las coincidencias. Hoy mismo, a la hora nona, cuando la cantinela atonal del fúnebre cortejo anuncie la llegada de La Canina, rendiré a sus pies cardos y abrojos en memoria de todos vosotros: cadáveres de la noche, y seguiré en permanente vigilia, aguardando el despertar silente del dulce dormido, y romperé el llanto contenido en las alforjas de mis pesares.

¡Velad! ¡Velad!
Que la ramificación amorfa de la noche extensa no os aprese en el yugo de su servidumbre y os esclavice con la opacidad de las sombras eternamente.
¡Velad! ¡Velad! ¡Velad!





La Canina es una talla antigua, anónima, aunque sabemos que fue restaurada en 1691 por Antonio Cardoso e Quirós y en 1827 por Juan de Astorga.

El Triunfo de la Santa Cruz, la más antigua y durante muchos años el único paso con alegoría reflexiva sobre la muerte que ha llegado hasta nuestros días, haciendo su primera salida procesional en la primera reorganización de la hermandad del Santo Entierro a mediados del siglo XVII.

Nos encontramos ante todo un alarde escultórico de un escultor barroco anónimo de tener como modelo a un esqueleto , plasmándolo con el realismo propio de esa etapa. Erróneamente se le ha atribuido a Juan de Astorga, cuando realmente fue su restaurador a principios del siglo XIX. Estamos ante una alegoría donde la muerte con su guadaña en una actitud reflexiva sentada sobre una bola que representa al orbe terráqueo a los pies de una cruz vacía de donde pende el sudario y un lema Mors mortem superavit (La Muerte venció a la muerte), mientras el pecado representado en forma de dragón se enrosca vencido a los pies de la Cruz.

Vemos que el mensaje cambia, ya no es una muerte dominante que desafía con su certero final, sino una muerte vencida por la esperanza de una vida eterna, de una vida después de la muerte.

Sobre un paso de 1880 de estilo neogótico que ha llegado a nuestros días, presenta curiosas peculiaridades: Por un lado, un exhorto floral con yedras y cardos borriqueros, dando un imagen apocalíptica a la escena y que el llamador no está sobre el frontal de la canastilla como en todos los pasos sino oculto en la parihuelas situado en la zambrana delantera, a modo de secreto , lo que obliga al capataz a retirar los faldones cada vez que va a llamar.

El Paso es un magnífico resumen a la realidad, porque como Triunfo de la Cruz es poco conocida , siendo reconocida por todos como La Canina. Lo que detona otra visión ante la muerte del sevillano, como una falta de respeto al miedo de morir, como un hablarle de tú a tú. Como dijo una vez Napoleon: Cuando Andalucía ríe el mundo tiembla. Haciendo referencia al también humor negro andaluz y sevillano.

 
   
     
   
     

   
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