El carácter existencialista de dos Almas Gemelas
La Doble Vida de Verónica
|
Título original | Double vie de Véronique, La |
Nacionalidad | Francia · Noruega · Polonia |
Año | 1991 |
Género | Drama |
Formato | Color |
Duración | 97 |
Director | Krzysztof Kieslowski |
Guión | Krzysztof Kieslowski, Krzysztof Piesiewicz |
Fotografía | Slawomir Idziak |
Música | Zbigniew Preisner |
Producción | Coproducción Polonia-Francia |
Reparto | Irène Jacob, Halina Gryglaszewska, Kalina Jedrusik, Aleksander Bardini, Wladyslaw Kowalski, Jerzy Gudejko, Janusz Sterninski, Philippe Volter, Sandrine Dumas, Louis Ducreux, Claude Duneton, Lorraine Evanoff, Guillaume De Tonquedec, Gilles Gaston-Dreyfus, Alain Frérot |
|
|
Sinopsis | Weronika vive en Cracovia y tiene una brillante carrera como cantante, pero padece una grave dolencia cardíaca. A miles de kilómetros, en París, vive Véronique. Ambas son como dos gotas de agua, nacidas al mismo tiempo, con sus idénticas dolencias y su gran pasión por la música. Sin aparentemente conocerse, guardan una relación muy estrecha y su parecido es increíblemente sorprendente.
| |
Crítica | Puntuación del crítico: 10 | Obra Maestra mítica del fallecido genio polaco, Krzysztof Kieslowski. En este film, el director hace gala de sus mejores aciertos (para muchos también sus peores defectos), y dota al film de una aureola mística y poética que ya nos hacía ver lo que posteriormente ocurriría con la trilogía de los “Tres Colores”. Como fue habitual en su forma de ver el Cine, Kieslowski hace de él algo más que un Arte. Si no logras involucrarte en sus historia y personajes, posiblemente te parecerá una obra bella, pero vacía y pretenciosa. Con esto tampoco quiero decir que películas como “La Doble Vida de Verónica” sean exclusivas para “intelectuales”. Grave error que muchos cometen. Lo que el magistral director polaco siempre nos quiere mostrar es la belleza que todo posee, sus diferentes perspectivas, fundiéndolo todo con destellos preciosistas y musicalidad majestuosa. Mediante su mágica narrativa visual (como suele ocurrir, aquí las palabras son totalmente secundarias) intenta ahondar en las más ocultas profundidades de los sentimientos humanos, de sus miedos y sus anhelos. Y lo logra de forma espectacular, como sólo él supo hacerlo. Uno de los mejores directores que ha dado el mundo del celuloide. Con su muerte se perdió la magia con la que solamente él sabía acariciar el Cine. Para ello, la participación del espectador es básica, ya que el espejo de las historias de Kieslowski siempre somos nosotros mismos. Así, los actores y actrices de los que se rodea ayudan sobremanera en este menester. En este caso, una preciosa Irène Jacob impregna la pantalla de una inocencia y divinidad únicas. Soberbio el papel de esta actriz, nominada por ello a varios premios y galardonada por otros tantos, como sería el caso de “Mejor Actriz” en el Festival de Cannes de 1991.
Respecto al plano técnico, amén de las grandes actuaciones, tenemos una fotografía y una música que ni siquiera es necesario nombrar para los conocedores de la obra de Kieslowski. Las imágenes poseen una fuerza inusual y extraña, que con situaciones simples y típicas logran arrastrarte a un pozo infinito de sentimientos. Las miradas, a través de los ojos de su protagonista, se convierten en pura poesía en movimiento. Todo cubierto de un tono ligeramente fotográfico de color “sepia”, en ocasiones, que refuerza su carácter poético y clásico, o rojizo, que añade pasión a la vista. Inolvidable en ese sentido la escena en la que Verónika descubre a su “doble” en un autobús y el tiempo parece detenerse, a pesar de seguir con su ritmo temporal normal. El giro de las cámaras, las profundas miradas sin que una de ellas se percate, y esa sensación tan especial, se tornan en algo místico. Sinceramente, resulta imposible expresarlo con palabras. Y como apoyo... tenemos a ese genio llamado Zbigniew Preisner. Ya es conocido su talante a la hora de crear Bandas Sonoras junto a Kieslowski. Y en este caso no se queda atrás. Ni por asomo. El comienzo del film es bestial, de una emoción inenarrable. La fusión de la música con las situaciones roza lo divino. Pocas veces me habré emocionado y habré llorado hasta límites tan prohibitivos con una BSO. Soberbio, pero verdaderamente soberbio. ¿Qué decir de la voz de Verónika?. Impagables los momentos que nos brinda con sus canciones. Sus notas musicales llegan tan alto que el corazón parece que va a estallar de un momento a otro, el que adore la música como yo se emocionará como nunca.
Todo esto sirve para embellecer la historia que el director polaco nos quiere narrar. Un guión meticuloso, cuidado hasta el más mínimo detalle. ¿Quién no ha pensado en algún momento que puede poseer, sea a la distancia que sea, un Alma Gemela? ¿No podría suceder que tengamos una misma gota de agua en algún punto del Universo, una persona que lleve una Vida idéntica a la nuestra?. Es un mensaje que hace reflexionar y pensar, como lo hace habitualmente la obra de Kieslowski. “La Doble Vida de Verónica” se convierte, así, en una bonita historia dramática existencialista.
Verónika vive en Polonia, en plena revolución política, y basa sus vivencias en la música, desarrollándose como una portentosa cantante. Pero posee una grave dolencia cardíaca. Véronique, al mismo tiempo, vive en Francia, comparte la misma pasión por la música y posee la misma enfermedad. Ambas, a pesar de su soledad, sienten que están acompañadas. Tienen una intuición muy especial. Cuando, debido a un brote agudo de su enfermedad, Verónika muere en plena actuación, Véronique siente que su vida ha perdido algo y que ésta da un giro de 180º. No sabe qué está ocurriendo ni porque, pero tiene un presentimiento y, en su interior, sabe que algo importante está sucediendo. Nuestra gotita francesa, entonces, instintivamente, decide abandonar la música, e inesperadamente se llega a enamorar. Es cómo si al morir una parte de ella, aún permanece una para continuar su “doble vida”. Un renacer en Verónica, una nueva oportunidad. Así, Véronique se enamora de un titiritero que ni siquiera conoce. La escena de la actuación de las marionetas es sencillamente sublime. Nuevamente, Kieslowski utiliza el lenguaje metafórico y simbólico para hablarnos de que la Vida, simulada por las marionetas, pende del hilo del Destino. Las casualidades y el azar forman parte importantísima de su forma de ver el cine. Totalmente apasionada, Véronique, se guía únicamente por su intuición. Intuición que la lleva hacia él mediante un “juego amoroso” (escena de la que claramente ha mamado “Amelie”, esa búsqueda ciega me recordó enormemente al juego que se traían la pretenciosa Amelie y Nino... salvando las enormes diferencias, claro) que la llevará a conocer su propia verdad.
Dejando un poco de lado la historia en sí, para evitar el destripe de la totalidad de la trama, me voy a centrar en algunos pequeños detalles en los que el director polaco suele hacer hincapié. Además de la religiosidad, misticismo poético y musicalidad de su obra, Kieslowski siempre trata de incidir en la belleza y bondad humanas. En “La Doble Vida de Verónica” se repite una escena curiosa que tuvimos la oportunidad de ver en su trilogía de “Tres Colores”. Una escena caracterizada por su profunda simplicidad, una sencillez en la que el magnífico director no se cansa de incidir. Se trata la anciana que, a duras penas, trata de tirar la basura a un contenedor. Una vez más, Irène Jacob muestra su lado más humano tratando de prestar su ayuda. Los que ya vieron “Rojo” sabrán a lo que me refiero y lo que representa tanto la anciana como el personaje de Jacob. Siendo sincero, es muy fácil enamorarse de los personajes de Irène... de hecho, creo que me enamorado, jeje. Una auténtica preciosidad en todos los aspectos.
También resulta curioso y genial cómo este grandioso director polaco jugaba siempre con el deseo de ser observado, del rutinario espionaje hacia nuestros sentimientos. Ya lo hacía en “No amarás” y lo repite en “Rojo” con el juez, mientras que en esta película el juego de ser deseado y sentirse observado y “arropado” desde otro rincón del mundo también cobra un cariz muy importante. Se ve que a Kieslowski le encantaba este tipo de sutilidad.
A grandes rasgos... una película impresionante, que todo amante del buen Cine no debe dejar pasar. Pocas veces se puede sentir algo tan sugerente y único viendo un film. Poesía visual y música majestuosa. Pocas veces una BSO llega a cotas tan altas. Y puedo asegurar que no exagero para nada. Todo un alarde de profundidad psicológica, filosófica y mística.
Una muerte muy triste la de Krzysztof Kieslowski. Podía seguir ofreciendo cosas que NADIE, a estas alturas, es capaz de conseguir... ni de lejos.
En fin, no voy a extenderme más. Lo dejo en las manos de los que la hayan podido ver y los que tengan la oportunidad de conseguirla (cosa muy complicada a día de hoy, a mí me ha costado Dios y ayuda).
Saludos.
|
|
Moonlight-Shadow | |
Ficha de Película enviada por Zerkalo el 27 de Octubre de 2004 |
|
|
|
|
visitantes
|
|
|