La última película de Akira Kurosawa.
Cartel de la película
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Sinopsis | Tokio, 1943, el profesor Hyakken Uchida abandona la cátedra para dedicarse por completo a su carrera como escritor. Los desastres de la Segunda Guerra Mundial hacen que pierda su casa y viva con su mujer en una barraca. Pero sus ex alumnos deciden construirle un nuevo hogar, al que finalmente se trasladará junto con su esposa. Los que fueron sus pupilos también se comprometen a celebrar cada cumpleaños del venerado maestro. Durante estas fiestas, juegan como niños y le preguntan al profesor: "Mahda-kai" ("¿Estás listo para irte al otro mundo?"), a lo que él responde: "Madadayo" ("No, todavía no").
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Crítica | Puntuación del crítico: 8 | La última película de Kurosawa es uno de sus films más personales, un film casi autobiográfico, en el cual el protagónico profesor es una especie de alter-ego del director. Lo primero que debo decir, es que podría pasar por cualquiera de sus películas de los años 40-50, por su dirección extremadamente clásica y la ausencia de efectismos donde podría haberlos y sobrados. Lo que nos desquita de pensar esto es que la película está en color y que no es nada más ni nada menos que una despedida, un film maduro y adulto que no podría haberse engendrado sin una madurez cinematográfica y vital extrema. Además, el film narrativamente (como llevaba acostumbrándonos Kurosawa desde hacía unos 20 años) rompe con las fórmulas clásicas, y opta, bajo una fórmula lineal (pero inusual) contarnos cuatro o cinco capítulos de la historia del protagonista, capítulos, a todas luces, importantes para él y para quienes le rodean. La historia nos es contada con un tono jovial, amable, a menudo divertido, desde el punto de vista de unos alumnos que admiran a su antiguo profesor, un hombre sabio pero a la vez infantil, que les ha enseñado y se repite a sí mismo que la mejor escuela no es esa en la que encierran a los alumnos y no paran de darles órdenes y someterlos a obligaciones, sino la vida misma. Madadayo cuenta muchas cosas, pero para ello se fundamenta, una vez más en su cine, en la relación entre un maestro (sensei) y sus alumnos. Esta relación está teñida de respeto, de amabilidad, pero sobre todo, de cariño, de verdadero amor. Madadayo (como el propio nombre indica) representa un sí a ese eterno proceso de aprendizaje que es la vida, un canto al mayor de los optimismos, un "sí, quiero seguir viviendo. El cielo puede esperar". La película, con un deje melancólico en todo momento, no deja de desprender y llenarnos de ese optimismo al que se refiere. La identificación con los personajes surge de forma sencilla y directa, pronto nos sensibilizamos con ellos y sus problemas. Lo único que no me gusta del film es la continua carcajada de los estudiantes. Es extraño y curioso que haya algo CONCRETO que no me agrade en una película del maestro. A ratos la película puede resultar densa. Pero esa densidad queda justificada cuando llegan esas escenas de extrema sensibilidad y emoción infinita. A algunos se les antojará pesado el largo tramo del gato desaparecido, pero cuando llegan las dos últimas escenas de este "capítulo", lo agradecerán.
El film está filmado con mano maestra. A menudo nos encontramos con imágenes donde cobra importancia el cromatismo, de inmensa belleza (menuda fotografía...), tan justificadas y proliferantes en los últimos films de Akira. La música no se queda atrás : dulce, melancólica, apareciendo sólo un par de veces en la película : las necesarias. Aún no siendo una película fácil de ver, que imagino que a muchos les resultara densa, pesada, y que incluso podrán irritarse aún más que yo con las exageradas carcajadas de los alumnos, no podrán negarme que todo el film, con sus aciertos y fallos, queda justificada por la escena final : la última escena que rodó Kurosawa en su vida. Un suave pasaje onírico, una hermosa metáfora de la vida, una de las escenas más bellas y conmovedoras que jamás haya rodado este gran director. Sólo por es crepúsculo psicodélico, por la imágen del niño saliendo de su escondite y mirando los colores que parecen llamarle desde arriba... . Esa escena, por sí sola, merece ser considerada una obra maestra. En resumen : aunque no esté entre lo mejor del director, pienso que es una obra imprescindible para comprenderle a él y su forma de ver el mundo. En esta película se muestra su amor por la naturaleza, su rechazo por las guerras, su canto al trabajo y a la actividad aún en las etapas más decrépitas de la vida humana, su humanismo... . Tierna, melancólica, graciosa, conmovedora. El Emperador del Cine no podría habernos dado una despedida mejor. Chapeau.
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Waster | |
Ficha de Película enviada por Waster el 11 de Agosto de 2005 |
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