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Pretextos Dolmen #7: “La Vida de Robert E. Howard”

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Tebeos Dolmen nos ofrece un adelanto de una de las biografías más importantes escritas sobre la vida de Robert E. Howard que será publicada el próximo mes de diciembre

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DARK VALLEY DESTINY

     La mañana del 11 de junio de 1936, Robert E. Howard, con 30 años de edad, supo que su madre no recuperaría la consciencia. Había pasado la semana ordenando sus papeles y haciendo los preparativos del funeral de su madre. Tras conocer la noticia, se dirigió tranquilamente a su coche, subió la ventanilla y se disparó en la cabeza con una pistola. Así acababa la vida de uno de los escritores de fantasía americanos más significativo.Añadir Anotación
     Dark Valley Destiny es, sin duda, la biografía definitiva de Robert E. Howard, padre del género conocido hoy en día como "fantasía heróica".
Para el público general, es una figura misteriosa y enigmática, pero millones de lectores conocen, al menos, el nombre de uno de los extraordinarios personajes que creó: Conan. Un bárbaro con la fuerza de un oso, la agilidad de un leopardo y la habilidad de un león, que se abrió paso en el mundo Hyboreo inventado por Howard hasta conseguir un reino en el que gobernar.Añadir Anotación

     La carrera de Howard comenzó en 1921 cuando, con sólo 15 años, gano los dos premios que otorgaba el periódico del instituto con sendas historias cortas. Su primer salario profesional como escritor vendría tres años después. Pronto, sus relatos de héroes como Solomon Kane, Kull, Bran Mak Morn, Steve Costigan y muchos otros fueron apareciendo regularmente en la revista pulp Weird Tales, junto a otros autores del fantástico que más tarde se convertirían en amigos suyos: H.P. Lovecraft, August Derleth, Clark Ashton Smith, E. Hoffman Price, etc.Añadir Anotación
     Pero ¿qué hace que un hombre inteligente y con talento se quite la vida al inicio de una prometedora y brillante carrera literaria? En esta maravillosa recreación de la vida en Texas en el primer tercio del siglo XX, L. Sprague y Catherine Crook de Camp, junto con la educadora y psicóloga infantil Dr. Jane Griffin, describen las relaciones familiares y el trasfondo psíquico y social que hicieron de Robert Howard el hombre que fue.Añadir Anotación
La Texas de la infancia de Howard no estaba muy lejos de los días de los pioneros y la conquista del Oeste, y el conflicto entre un ambiente rudo y la percepción de un chico sensible fueron solo parte de los problemas de Howard en su vida. Los autores de Dark Valley Destiny también exploran las implicaciones psicológicas del parecido físico entre el padre de Howard y las descripciones que Robert hacía de Conan; y la incapacidad de Howard de escapar del dominio que su madre ejercía sobre él.Añadir Anotación
     
     Dark Valley Destiny es un fascinante trabajo de investigación e interpretación que aporta datos desconocidos para el lector y que se ha convertido con el tiempo en un titulo imprescindible para todo aquel que quiera conocer más a fondo al autor que se esconde detrás de personajes tan populares hoy en día como Conan el Bárbaro o Kull el Conquistador. El libro sirve para paliar un tanto el tremendo vacío que los aficionados de la obra de Howard en España padecen respecto a su vida, con esta obra escrita por L.Sprague de Camp, Catherine Crook de Camp y Jane Whittington Griffin.Añadir Anotación

     ¿Quién fue realmente Robert E. Howard? ¿Cuál era la fuente de su inspiración? ¿Qué parte de Howard vivía en sus personajes? ¿Cuales eran las dudas y temores que le atormentaban? ¿Por qué se suicidó? ¿Quiénes fueron sus amigos? Éstas y otras muchas preguntas nos seguimos haciendo hoy en día los admiradores de la obra del "padre" de la Espada y Brujería. El 11 de junio de 2006 se cumplirán 70 años de su muerte. Es tanta la fuerza y la magia que rodea y emanan de la obra de Howard que, lejos de caer en el olvido, su vida y sus personajes atraen cada día que pasa a más y más seguidores.Añadir Anotación

TEXTOS DEL LIBRO

CAPITULO 1: SOÑADOR Y SUEÑO

El jueves por la mañana temprano, 11 de junio de 1.936, Robert Ervin1 Howard, joven escritor de exitosos pulp y creador de Conan, el vigoroso héroe bárbaro, salía de su vigilia junto al lecho de su madre. Su mirada podría haberse perdido más allá de la ventana abierta y a través de los secos pastos del cercado de la valla de picas que separaba su casa, desde la despensa a la siguiente puerta.Añadir Anotación

Aunque apenas habían pasado las siete, la mañana se había caldeado; el sol descolgándose por el horizonte del este, prometía otro día de secos vientos e implacable calor. No se movía nada. Cross Plains era un perro de caza tumbado al sol que mueve jadeando su correa, totalmente indiferente a la mirada de Howard.Añadir Anotación

Cross Plains tenía suficientes problemas, sin contar con aquello del joven hombre que la gente del pueblo poco conocía y les preocupaba. Uno de los vecinos del pueblo había dicho, “parece que ha llovido mucho en Cross Plains”. El boom del petróleo en los años 20, con su agitación y prosperidad, abrieron paso a la Gran Depresión. Los superficiales manantiales de petróleo se habían agotado, y la gente del boom se habían ido. Con ellos también habían partido las lluvias, y la sequía se había asentado. En un país dado a largos periodos de sequía y lluvias escasas, una sequía tan larga no la recordaban ni los más viejos.Añadir Anotación

En aquellos días de amenaza para la vida, sólo los alfaneques habían crecido. En los alrededores, el ganado moría de hambre y sed, a veces con sus cuerpos hinchados por las punzadas de los cáctus de los que se habían alimentado como último recurso. Para evitar su sufrimiento, los rancheros sacrificaban sus becerros y regalaban sus terneras. Durante los años de la Depresión muchas familias hacían chile en conserva y carne en marmitas por iniciativa de las mujeres de la comunidad de granjeros. Colgando de las vallas de alambre de espino a lo largo de las carreteras durante millas y en todas direcciones, el cuero del ganado sacrificado su curaba al sol. Mejor el cuero curado que las larvas pululando en los cuerpos de los animales muertos tendidos en el pasto.Añadir Anotación

El país no se había recuperado sin esfuerzo de tales años de privación. Aunque en la primavera de 1.936 llovió y una vez más los embalses se llenaron, volvió el caudal al río y se reverdeció la pradera, la sedienta Texas occidental y su gente seguían mostrando signos de sus penurias. Y una vez más junio era caluroso y seco.Añadir Anotación

Había sido una larga noche. Robert Howard podía haberse restregado sus cansados ojos por su constante vigilia antes de que una vez más girase su mirada hacia la oscura habitación. Allí, en su cama, yacía en coma su madre.
Su gran tórax desgastado por la tuberculosis, seguramente con complicación de cáncer, y su hermosa mente oscurecida por la uremia. Durante los últimos días no había reconocido a nadie.
La señorita Merryman, quien había compartido esos tristes momentos con Robert, ya se había ido a casa. El se volvió hacia su sustituta, la Srta. Green, y repitió la pregunta que había hecho su padre la noche antes: “¿Recuperará la consciencia?”. La respuesta fue la misma. La enfermera gentilmente susurró, “me temo que no”.Añadir Anotación
Enfrentado a la pérdida de una persona que le dio estabilidad a su existencia, Robert Howard dejó la habitación de su madre y se fue a su estudio, donde su abollada Underwood nº 5 resistía en su generoso escritorio. Inclinándose en la silla, metió una hoja de papel y escribió:

Todo escapó-todo hecho, así me voy en la pira;
La fiesta ha terminado y los candiles expiran.

Luego atravesó el estrecho recibidor sin cruzar palabra con la recientemente contratada cocinera, quien estaba por la cocina preparando el desayuno.
Salió por la puerta trasera sin mirar nunca a la modesta tabla de chilla de la casa donde su padre, el Dr. Isaac Mordecai Howard y su invitado, el Dr. J. D. Dill, se demoraban después del café. Observando cómo Robert se subía a su polvoriento Chevrolet sedán modelo del 31, aparcado al lado de la valla del ala oeste de la casa, la cocinera no se alarmó. Supuso que subía a la ciudad a por el correo matinal como cientos de veces ya había hecho antes.Añadir Anotación
Se volvió y abrió la ventana.
Abriendo la guantera Robert Howard manoseó el seguro de un Colt automático de calibre 380 que le había sido prestado. Debía haber pensado en lo que el doctor Dill le había contado el día antes. Había buscado al Dr. Dill, un amigo de la familia que había venido de cerca de Rising Star para estar con Howard durante su penosa experiencia, y le preguntó si se conocía a alguien que hubiese vivido después de un tiro a través del cerebro. El viejo doctor reflexionó durante un rato y le respondió que había habido casos de gente que había sobrevivido a un tiro a través de su cerebro, pero nunca cuando la bala había ido desde la frente hasta la nuca.Añadir Anotación
Sentado en su coche sobre las ocho de la mañana, Robert Howard se apuntó cuidadosamente y se disparó un tiro en la cabeza, así se ahorró el dolor de enterarse de la inminente muerte de su madre y ésta a su vez, en coma, estaba ajena al dolor de enterarse de lo de él. A las cuatro de la tarde, a la vez que el vagón del agua pasó por la casa para mojar la polvorienta carretera, murió sin recuperar la consciencia.Añadir Anotación
Hester Howard resistió hasta el día siguiente. Ella no oyó las noticias locales esa tarde, cuando elevándose por los tejados sonaron unas breves salvas para lamentar la muerte del joven Robert. A las diez y media, en un fría y dulce noche, la Sra. Howard murió.
Madre e hijo fueron enterrados el domingo, 14 de junio de 1936, en el Cementerio Greenleaf Memorial a 40 millas de Brownwood, después del doble servicio de funeral en el Tabernáculo Baptista de Cross Plains. Sus sencillas tumbas fueron bañadas esa tarde por la única lluvia caída en Brownwood en todo el mes de junio. En el este de Texas hay un refrán que dice que algo trasplantado en un día lluvioso prospera.Añadir Anotación
Aunque el informe de la muerte de Robert E. Howard puede parecer melodramático, refleja fielmente su propio estilo. En una carta Howard reconocía una tendencia melodramática en sí mismo que compartía con los tejanos de vieja y genuina estirpe. Consideró los casos de ciertos notables pistoleros, tales como Bob Ollinger, Bar Masterson y Henry Plummer, hombres que no dejaban de ser peligrosos por muy dados que fueran a gestos melodramáticos. De Ben Thompson en particular dijo que la completa vida del hombre era una invención melodramática; melodrama puro hasta el día que fue tiroteado en el teatro de San Antonio.Añadir Anotación

Howard le contó a su amigo H. P. Lovecraft que él sería el último en negar esta tendencia en sí mismo, pero que sería un error suponer invalidaciones del melodrama a la seriedad del propósito de un hombre. No existe certeza de que un viento del suroeste intimide de farol justo porque él se dramatiza a sí mismo. Mucha gente ha aprendido demasiado tarde que un matón no siempre es un cobarde, y que un fanfarrón puede jactarse de algo cierto.Añadir Anotación
Con su fallecimiento, Robert Howard se proclamó a sí mismo como un hombre de palabra, un hombre a ser tomado en serio. Todo el mundo en el pueblo podría ver que no era una inofensiva rareza que boxeaba con su sombra en la calle, que contó grandes cuentos, y que escribió violentas historias para revistas de fantasía.Añadir Anotación
Aún más, con su fallecimiento, Howard encontró la aceptación de Cross Plains que penosamente había echado de menos en vida. La muerte no le margina a uno, bueno o malo, superior u ordinario, joven o rico. Hasta que no se entregó a la muerte, nadie excepto quizás su madre y su perro, habían nunca pensado que valía tanto o habían parecido preocuparse si iba o venía.Añadir Anotación
Con su fallecimiento, Howard llegó a ser su propio protector. Sin mayor impedimento que la mirada de su madre o tolerado por el conocimiento que ella tenía de sus necesidades, con el aspecto de violento que tenía por naturaleza. Al igual que su madre le había protegido de los matones de patio de colegio, así ahora debía protegerse de sus propios terrores e impulsos.Añadir Anotación
Debía afrontar su furia por el oscuro valle en el que se movía, porque ella no estaría allí para protegerle como había hecho durante su infancia en ese Dark Valley del condado de Palo Pinto. Si él encontraba la tarea demasiado compleja, mejor que hiciera las cosas dignamente y muriera. De acuerdo con sus principios, murió como un caballero; porque volvió hacia sí mismo y no hacia los demás la furia y la violencia que tan claramente se reflejaban en su comportamiento, su poesía y sus historias.Añadir Anotación

CAPITULO 4 EL CHICO NÓMADA

Pero desafortunadamente para Robert Howard, el suyo no era un hogar normal. Aunque sus padres eran bondadosos en muchos aspectos, los Howard creían en su papel de “reformar y moldear” a sus hijos. Hester Howard le vigiló continuamente, de la infancia a la madurez, seleccionaba su comida, vigilaba sus amistades, supervisaba sus lecturas y se hallaba constantemente encima de él.Añadir Anotación
Satisfacía sus mínimos deseos, y se dedicaba por completo a él; pero su omnipresencia y su creencia irracional en la importancia de la familia no le dieron oportunidad de crecer por sí mismo. Su padre, cuando no estaba ocupado con sus asuntos médicos, continuaba contando él mismo, daba al joven Robert –demasiado a menudo a propósito- una visión distorsionada de las cosas. El niño se debió sentir confundido entre los cuentos fantásticos del doctor, sus educadas mentiras para proteger la vanidad de su esposa, y su insistencia de que su familia viviese en el mundo que debía ser, en lugar de en el mundo que era.Añadir Anotación

CAPITULO 6 LA TIERRA VIOLENTA

Dark Valley, el primer hogar de Howard, se halla al pie de las primeras elevaciones que luego se alzan hacia la Roca Cap. El valle tomó su nombre de las profundas sombras de los precipicios occidentales, que a la última luz del atardecer semejan pozos de oscuridad abiertos en la tierra. Si este juego de luces y sombras fue un reflejo del alma de Howard, de la historia de la región y del estado entero por extensión, se eligió una metáfora adecuada para representar la violencia contenida en toda esta naturaleza.Añadir Anotación
Howard solía decir que la historia de Texas rezumaba sangre hasta el punto de hacer parecer milagroso que con tantas guerras, hambrunas, masacres y plagas, hubieran sobrevivido los suficientes niños como para perpetuar la raza humana. Pero sí, aquellos niños de Texas vivieron y crecieron, mientras la escalera gigantesca era barrida por incesantes vientos, provenientes de un tiempo que los hombres habían ya olvidado. Hombres violentos, que presagiaban tiempos violentos.Añadir Anotación

CAPITULO 9 TROVADOR EN LAS SOMBRAS
     Robert Howard resultó ser un vecino ruidoso. Siguió escribiendo a rachas, permaneciendo a menudo despierto toda la noche o incluso durante dos noches de un tirón. En lo más caluroso del verano, cuando las ventanas estaban abiertas, el constante golpeteo nocturno perturbaba el sueño de los Butler. La señora Butler se quejó a la señora Howard, pero la esposa del doctor no soportaba ninguna crítica hacia su hijo. Borró a los Butler de su lista de amistades, y la siguiente vez que el joven LeeRoy Butler entró inocentemente un momento para charlar con Robert, Hester Howard le hizo sentir que era mal recibido.Añadir Anotación
Robert continuó dando golpes a los maderos por el día y tecleando por la noche. Cuando descansaba de esas actividades, se sentaba en el mecedor del porche, vociferando una canción con una voz que atravesaba por el aire la mayor parte de Cross Plains. La canción era generalmente Bye, Bye, Blackhird, con cuya melodía improvisaba versos durante horas. Cuando se hallaba excitado –ya fuese por la alegría, la cólera o la bebida espirituosa– a veces abandonaba a toda prisa la casa para correr, saltar, y chillar.Añadir Anotación

Robert también caminaba mucho. Podía vérsele todos los días entre semana recorriendo a grandes pasos el polvoriento camino hasta la oficina de correos en el centro del pueblo y muchas veces llevaba hasta casa bolsas de comestibles del pequeño mercado regentado por Annie Newton Davis y su marido. Aunque este ejercicio lo convirtió en una masa de músculo, también incrementó el apetito que había desarrollado en los primeros años. Bebía mucha leche, adoraba el queso, y tenía una debilidad especial por los crepes. Kate Merryman, quien llevó la casa para los Howard durante la postrera enfermedad de Hester Howard, decía: “Apuesto a que he cocinado un millón de tortitas para él. Le encantaban para la comida, cena, o desayuno”. Sin embargo, mostraba una nada tejana preferencia por el té en lugar del café.Añadir Anotación
Como resultado de este gargantuesco apetito, el peso de Robert subió hasta los 90 kilos y a veces sobrepasó esa cifra. Su ancho rostro se tornó redondo y con papada. En el otoño de 1928 se jactó ante Preece de que, gracias a una abnegación espartana, había conseguido bajar su peso hasta 83 kilos para un combate de boxeo. Esta lucha entre su apetito y su aversión hacia la obesidad continuó toda su vida.Añadir Anotación
Cuando la oportunidad y las finanzas lo permitían Robert coleccionaba armas, algunas de las cuales decoraban la pared del cuarto de baño, en tanto otras las guardaba con sus pistolas en el gran armario empotrado en la pared oeste del cuarto. La colección con el tiempo incluyó un par de floretes, un sable de caballería procedente de la Guerra Civil, un machete latinoamericano, un bumerán y varios cuchillos y dagas, uno de los cuales era un cuchillo de excavar zanjas de la Primera Guerra Mundial con una hoja triangular y una guarda festoneada. Incluso se hizo con una bayoneta francesa de doble filo de una clase que copiaba el yatagán turco.Añadir Anotación

Aunque las páginas de sus historias chorrean sangre, en el mundo real Robert era a menudo hipersensible al sufrimiento de otros, fuesen humanos o animales. Por un lado, esto lo hacia comprensivo y compasivo hacia los débiles o enfermos. Por otro, esta sensibilidad le provocó una instintiva repulsión hacia la idea de una carrera médica y le obligó a abandonar a su leal perro moribundo. Salvo en el caso de su madre, aunque podía condolerse grandemente de los enfermos, la necesidad de proteger sus sentimientos a flor de piel de la visión del dolor era tan imperativa que pasaba por encima de cualquier deseo de confortar a los afligidos.Añadir Anotación

Pretextos Dolmen #7: La Vida de Robert E. Howard
Autor: Varios.
Libro. 320 Pgs. B/N. 18 euros.
     La vida y obra del creador de Conan en un libro que sigue en la tónica de los anteriores de esta colección: mucha información sobre el autor y numerosas imágenes a modo de complemento, para que de ese modo le resulte más entretenido al aficionado la lectura del libro.Añadir Anotación

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