Puntuación del crítico: 8 | Actualmente, en la literatura, especialmente en la de nuestro país, se habla mucho de la moda zombi, empujada, sobre todo, por la editorial Dolmen, que supo apostar por un subgénero por la que pocas editoriales (y estoy siendo amable) hubiesen dado dos duros. Personalmente, creo que el asunto va más allá de ser una simple moda; creo que cruza varios terrenos, hasta convertirse en algo más grande. En resumidas cuentas, no solo hablamos de que los zombis están para quedarse, sino de que ha sido la plataforma perfecta para que se preste mucha atención a la literatura de terror realizada en nuestro país.
Sin ir más allá en esta crítica, habría que pararse a pensar en quienes fueron los precursores de este "movimiento" que cada vez es más y más grande. Podemos (y debemos) hablar de Manuel Loureiro y su trilogía zombi cuya primera parte fue "Apocalipsis Z". Pero también hay que hablar de "Los Caminantes" de Carlos Sisí, que terminó de empujar una carreta que no ve el final del camino.
"Los Camminantes" es un libro de zombis, sobre zombis y para amantes de los zombis. No hay más complicaciones, pero cuidado, lo cual no quiere decir que estemos ante una novela con la simplicidad de un chupete. En absoluto; lo que quiero decir es que no estamos ante un libro que empieza a dar vueltas hasta irse por las ramas, sino que hallamos una historia donde los humanos se enfrentan a los zombis, donde estos dan miedo y donde hay sangre, disparos, pero también personajes humanos, reales y tridimensionales.
El primer acierto de la novela, y por la que gana tantos puntos ya de entrada, es su localización: Málaga. Sí, los zombis no solo se pasean por España, sino por una de sus ciudades, una no muy comun en historias de este tipo. ¿Y qué puedo decir como malagueño? Que no he podido evitar esbozar una sonrisa cuando los protagonistas pasaban por una Plaza de la Merced infestada de muertos vivientes, o cuando se atrincheraban en el polideportivo de Carranque. Una gozada tanto para los malagueños, como para los que no lo son, pero los que vivimos en esta tierra o, como minimo, los que la han visitado, disfrutarán el doble con esos pequeños detalles que se dan en la novela sobre la ciudad costera.
Como comentaba más arriba, el autor consigue crea personajes reales. No es dificil identificarse con alguno de ellos y, aunque parece que hay un protagonista claro, en realidad todos tienen su momento, incluso aquellos que se encuentran en un plano más discreto. Mientras intentan sobrevivir al holocausto zombi se pondrán a prueba, al mismo tiempo que se relacionan entre ellos como personas reales y nos hablan sobre lo que fueron, y las pocas esperanzas que albergan. El autor sabe equilibrar bien estos momentos para que podamos sentir cómo respirar sus creaciones sin que resulte algo pesado o entorpezca la trama. Y, además, Carlos no se anda con chiquitas; cualquier personaje puede caer en cualquier momento. Aquí no hay nadie imprescindible.
La historia es otro punto a favor. Aunque empieza con bastante tópicos (lo cual no es malo, según si uno los coge con agrado o no) se va desarrollando de manera agil, resuelta y comoda hasta un final que, sinceramente, me cuesta creer que el autor no tuviese pensado continuar en dos entregas más, como al final ha hecho. Tenemos sorpresas, giros argumentales, una trama que no va por donde parece. Repito, no se aparta la mayoría de las veces de ciertos clichés, pero en este subgénero, es algo hasta obligado. Puede molestar a los más puristas, eso sí. Es posible que sea algo densa en ciertas partes, haciendo que su lectura se haga más pesada pero, en general, se leer en un suspiro; la prosa del autor así lo permite. No es simple, sino sencilla, asequible; sin aspavientos, consigue lo que pretende.
Y toca hablar de los zombis, parte importante de la novela, por supuesto, y grandes protagonistas en las sombras. Dan miedo en más de un pasaje, y más cuando surgen entre ellos... algunos con ciertas particularidades (si digo "Amanecer de los muertos" ya podéis imaginaros a qué me refiero). Pero el autor entiende bien el mundillo de los zombis y, aunque son terrorificos bien usados, hay que añadirle algo al coctel para que sepa bien de verdad. En este caso es un hombre, un espectro llamado padre Isidro que, sorpresa, sorpresa, puede caminar entre los muertos sin que estos le presten atención. Lo que en principio puede no parecer nada, se convierte en algo muy, muy aterrador conforme avanza la novela, hasta hacer del cura un enemigo más peligroso que los zombis.
Así el autor consigue seguir dandonos gotas de originalidad, al mismo tiempo que trata el tema de que el hombre es peor que cualquier monstruo sacado de la tumba. Este "el hombre es un lobo para el hombre" se une al fuerte tono de supervivencia continua que sobrevuela todo el libro. Los protagonistas no son superheroes, no son héroes de acción, no manejan dos armas al mismo tiempo mientras no sienten las heridas recibidas; son personas y, por encima de eso incluso, supervivientes. El tema del zombi como subtrama ante la maldad del ser humano y la psicología de los personajes se descubre aquí como un tema que han tocado muchos otros antes que los actuales autores de zombis.
Antes de ir terminando no me gustaría hacerlo sin mencionar la portada, una pequeña joyita de Alejandro Colucci. Su zombi invita a abrir el libro, y comenzar a leer.
Resumiendo, "Los Caminantes" es una novela cuyo exito está totalmente justificado. Enretenida, terrorifica, con grandes personajes (repito: el padre Isidro), un gran final, muchisimos detalles para los malagueños y, sobre todo, zombis por un tubo. Zombis, zombis y más zombis.
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