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| El Trobador
-- Lunes, 20 de Junio de 2005 a las 07:42.
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.80.25.180.170 |
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Muy buena película, sí señor. Al menos a mí me gustó mucho. Quizá lo mejor de ella sea la recuperación de la noble (pero despreciada, cuando no ridiculizada por su uso y abuso chapuceros) tradición humorística del slapstick. Es decir, el humor de gestos, de tortazos, de personajes caricaturizados que se estiran y se alargan, que se deforman para recuperar luego su forma original. Es su baza más eficaz, sin duda. Imposible no reír con la sucesión de movimientos, comentarios disparatados, accidentes, posturas y expresiones.
Además, es una película más inteligente de lo que parece a simple vista. Los diálogos, que algunos han visto (quizá con razón, aunque a mí no me lo parecieron tanto) como un lastre debido a la larga duración de algunos de ellos, no tienen nada que envidiar a los de muchas buenas películas "no cómicas" o de "no animación". Es un elemento que se ha hecho frecuente en los últimos films de dibujos animados, y que yo veo como un logro, pues se consigue reunir en un solo producto la ingenuidad funcional de los gags de toda la vida, la ironía y los chistes más o menos inteligentes, un argumento más que interesante, unos buenos diálogos y una enorme calidad gráfica. No me cansaré de repetir que, si uno quiere ver buen cine hoy día, no debería perder nunca de vista la animación. Sobre todo si se tiene en cuenta la decepcionante pobreza y esterilidad en otros campos.
Hay quién ha dicho que, en Madagascar, los personajes no tienen tanta profundidad como los de otras producciones animadas. No estoy totalmente de acuerdo con esta apreciación. Hay que tener en cuenta el espíritu del film, el carácter que quiso imprimírsele. No se le puede pedir "profundidad", en el sentido clásico del término, a Bugs Bunny o al Correcaminos. Parte del éxito de un personaje de este tipo viene de su simplificación, su caricaturización, su "arquetipización". A menudo, cuanto más simple mejor. Shrek o Nemo sí resultan figuras más personales, claro, porque son otro rollo. De todos modos, para mí algunos personajes dan mucho juego, a su manera estereotipada (la cebra que quiere recuperar su estado salvaje, el león conformista). Y, desde luego, el mensaje de la película (a cuyo servicio se ponen esos dos personajes) da que pensar: ¿hay algo más allá del zoo? ¿no hay curiosidad por recuperar las raíces? Y sin embargo, ¿es la vida salvaje siempre tan bonita como la pintan? ¿No es la muerte, la caza, la depredación, parte del ciclo natural, el complemento de la vida?
Otro aspecto a favor de la película es su universalidad. Shrek, a veces, abusaba de las referencias cinematográficas. No sucede lo mismo con Madagascar. Las únicas referencias son de tipo geográfico y zoológico: Nueva York, el zoo de San Diego, los lémures, los fosa (son depredadores que existen realmente en Madagascar, y están en peligro, por cierto), etc.
Los pingüinos son de lo mejorcito. La mezcla de movimientos furtivos con los andares característicos de esos animales es muy divertida. Y cuando llegan a la Antártida... je, je.
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