Tengo las alas rotas de tanto intentar volar. Me cansaría si contara las veces que intenté salir de esta depresión. Algo me ocurre, ¿qué me pasa? Estoy triste... Antes, tenía con quién cmpartir mis penas, alguien con el cual descargarme. En el podía confiar, era al que le contaba todos mis secretos. Lloraba y reía conmigo... Pero él ya no está... Y estoy sola, sin nadie, sin ningún apoyo moral. Ha pasado un tiempo, pero aún ahora recuerdo a la perfecciónuno de los peores días de mi vida: Estaba sentada en el piso de madera de mi cuarto, jugando con mi muñeca favorita. Cuando de repente entró mi padre... Su tono en la voz tenía un dejo de nerviosismo, y aunque intentaba aparentar que estaba todo bien, sabía que algo malo ocurría. Me pidió que salga a la calle para mostrarme algo. Varias ideas pasaron en ese momento por mi cabeza. Al principio, intentando convencerme, pensé que capaz era mi gato que habpia quedado atrapado en el árbol de la calle de enfrente. Pero yo sabía muy bien que eso no era lo que pasaba, además, si hubiera sido eso mi padre mi habría tenido los ojos llorosos. Al salir afuera vi mucha gente agolpada a uno de los lados de la calle, y un auto estacionado... Temiendo por la salud de mi amigo fui corriendo hacia allí. Me abrí con dificultad paso entre toda la gente, colmada de curiosidad. En el centro llegué a ver un cuerpo tapado con una manta totalmente gastada. En un ataque de nervios me precipité hacia él. Le arranqué la manta de su cuerpo y lo ví... El ver el pálido rostro y la sangre al rededor de su cadaver me hizo muy mal. No podía creerlo. La única persona que le brindaba felicidad a mi vida yacía muerta a mi pies... Amagué a tirarme al suelo, quería abrazarlo por última vez. Pro unos brazos potentes me contuvieron. Cerré los ojos con fuerza queriendo despertar. Pero cuando los abrí no estaba en mi cama, ni junto a él. Sino que me encontré llorando en los brazos de mi padre. Lloré sin compasión por días y días. Ahora ya pasaron unos cuatro años desde el accidente. Poca gente lo recuerda, nunca fue alguien reconocido por la sociedad. Sino mas bien una mancha negra que nublaba la vista de los demás. Mi padre, luego del accidente, se dedicó plenamente a cuidar mi salud y a que no saliera mucho de mi casa. Pero eso no me hace muy bien. Igual, ahora tengo dieciseís años y ya se lo que quiero de mi vida. En el colegio, después del accidente, me miraban raro. Mucha gente creía que yo era culpable de su muerte. Pero era gente que no entendía nada de la vida, y por eso nunca me preocupó mucho... Durante el año continuo de la perdida, si bien no era como antes, no hubo día en que no haya llorado. Su ausencia me destruía. Nosotros estabamos siempre juntos...Éramos como carne y uña. Siempre él y yo. Cuando uno estaba mal buscaba apoyo en el otro. Nunca solos. Sabíamos lo que era la soledad, y no queríamos volver a sufrirla. Hasta hace poco, se podía decir que estaba relativamente recuperada... Por las noches no lloraba. Y a veces lograba soltar una carcajada que iluminaba la penumbra de la casa. Pero eso no quería decir que ya lo había afrontado. Aún ahora sigo teniendo abierta la herida que surgió cuando lo perdí. Hace unos meses atrás, mi novio rompió conmigo. Se enteró del accidente y como otros inútiles más creyó que yo lo había asesinado. Creí que me amaba, pero no es así... Sino, no me hubiera abandonado por algo que nisiquiera hice... O por lo menos no hubiera desaparecido de un día para el otro... Estaba casi dejándolo en el olvido, me habpia liberado a mi misma de su recuerdo. Sin embargo, el suceso por el que mi novio me culpó, ahora me persigue. Desde que me separé de mi novio vengo llorando noche tras noches por el alma perdida. No sé si podré soportarlo por mucho más tiempo. Mis amigas se alejaron de mi, y creo que esta vez es para siempre, mi padre ya casi ni me habla. Creo que teme demasiado por mi salud y por eso no me dirige la palabra. Piensa que incluso "hola" me va a recordar la tragedia. Y mi novio, bueno, rompió comigo. Se había convertido en la única persona en la que podía confiar. Estaba casi reemplazando un poco el amor que le tenía a mi fallecido amigo. Y ahora, de un día para el otro, lo pierdo... El alejamiento de mis seres más queridos terminó por destruírme. A veces, pienso que capaz tendría que haber ido yo en vez de él. Él estaría vivo, disfrutando a pleno de la vida y yo en un lugar en el que capaz tenga la libertad y la tranquilidad que necesito... De vez en cuando preciso estar sola. Siento que todo lo que hagan los demás me aturde. Es cuando aprovecho y me voy a una plaza que queda a unas pocas cuadras de mi casa. Donde sé que nadie me va a molestar. Allí, en la plaza, disfruto de mi propia soledad. Es extraño, siendo que en otros lados prefiero estar acompañada de gente que me deteste a estar dos segundos sola. La plaza, se ha convertido en el único lugar donde me gusta estar, además de mi cuarto, donde me encuentro ahora. Cuando el venía a mi casa, solíamos perder las horas en la computadora. Ya casi ni la toco. Creo que no podría soportarlo. Ahora me dedico plenamente a escribir, y sólamente escribo sobre él. Sobre aquel amor que perdí cuando era chica. Sobre aquella persona que más valoré, valoro y valoraré por el resto de mi vida.
Hay veces, en las que creo que la mejor forma de liberar mi de una buena vez por todas mi cabeza es dejándome ir. El mayor deseo de toda mi vida desde que tengo doce años es volver a verlo. Quiero volver a estar con ese chico que hacía malabares en la calle, juntando dinero. Con ese que hacía lo imposible por divertirme... Con él, y sólo con él... Hay veces, en que me lo encuentro en mis sueños... Pero es en vano, ¿para que reírme con el en mis sueños si cuando despierto lloro sin compasión?... Hay veces en que una nena consentida como yo, debe tener lo que quiere. Y creo que este es uno de los mejores momentos para hacer lo que yo quiero. Y aquello que más quiero es volver a estar con él... Al menos una vez más.... Voy a volver a estar con él...... Otra vez, y para siempre.......
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