NOTA DEL AUTOR: El siguiente relato está dedicado a Maria D., quien me dio la sugerencia de la ciudad en la que sucede la acción (Tokio) y del nombre de uno de los personajes (Keiko Terado).
EL OTRO: EVOLUCIONA O MUERE
Sydney Parker era una chica joven, con un futuro prometedor. Pero eso se había visto truncado cuando en una revisión médica le detectaron un tumor maligno, y le dijeron que le quedaban aproximadamente poco menos de un año de vida. El mundo se le cayó encima a la pobre Sydney, sabiendo que todo se acabaría pronto. Intentó con varias terapias alternativas, pero ninguna sirvió de nada, las revisiones médicas indicaban que la enfermedad seguía adelante.
Lo gracioso era que Sydney no sentía ningún tipo de dolor ni molestia, ya que se trataba de un raro tumor en el cortex cerebral que lo único que le ocasionaría sería que un día cayese muerta, fulminada al instante. Pero la esperanza de tener una muerte rápida no le servía de consuelo sabiendo que no llegaría a los treinta años.
En un último intento por probarlo todo, se enteró de que en Tokio había una doctora llamada Keiko Terado que disponía de un tratamiento contra la enfermedad. Así que no tardó mucho en embarcarse en un vuelo que la llevara hasta Tokio.
Al llegar a la ciudad y preguntar por la doctora Terado, se extrañó de que la dirección indicada estuviera en un barrio bastante deprimente, cuando una persona que puede curar el cáncer tendría que estar en la zona alta de la ciudad. Pero entró en la consulta, sabiendo que no tenía nada que perder. Allí la recibió una mujer bastante mayor, próxima a la setentena según pensó Sydney:
- Buenos días, ¿la doctora Terado?
- Yo misma. Y tú debes de ser Sydney Parker.
- Así es.
- Has sido muy valiente cruzando esa puerta. No sé si también lo serás para lo que te espera.
- Doctora Terado, he venido a usted como último recurso. Soy una persona joven y no quiero morir, pero según los médicos tengo un extraño tumor maligno en el cortex cerebral que me está destruyendo la masa encefálica. Es imposible operar, y al paso que va probablemente esté muerta antes de final de año. ¿Qué puede hacer usted?
- Jovencita, yo te puedo dar una vida larga y próspera. Lo que pasa que a cambio recibirás una carga que tendrás que soportar toda tu vida, ya que estaréis indisolublemente juntos para siempre. Habrá una simbiosis mediante la cual cada uno dependerá del otro.
- Disculpe, pero no entiendo lo que me está intentando decir.
- Te lo explicaré, como se lo he explicado a muchos otros antes que a ti. Cuando acabe mi historia puedes aceptarlo... o no.
La doctora Keiko Terado empezó a explicar que cuando era joven había vivido en el campo junto con sus padres, hasta que decidió irse a la capital para estudiar en la universidad. Su sueño era llegar a ser doctora, ya que en su familia, de origen humilde, ninguno había llegado a un puesto importante. Pero su vida se truncó cuando le dijeron que tenía cáncer en los pulmones y que le quedaba poco tiempo de vida, ya que en aquel entonces no existían los métodos para combatir la enfermedad como ahora.
- Al igual que usted, Srta.Parker, yo también pensé que era injusto morir tan joven. Probé todo tipo de medicinas alternativas e incluso conjuros y magia. Pero nada funcionaba, hasta que un día encontré la solución.
- ¿Y qué era?
- El Otro.
- ¿El Otro?
- Iba caminando por el campo donde había corrido y jugado yo en mi infancia, pensando si tendría el valor suficiente para arrojarme por el acantilado que había al final, cuando ví un meteorito caer del cielo a pocos metros de donde yo me encontraba. Me acerqué por curiosidad. Era una piedra del tamaño de un balón de fútbol, pero de noche se había visto bastante bien como caía, aparte de que tenía un brillo fosforescente que la hacía fácilmente detectable. Sin nadie más cerca la encontré yo, aunque para el caso la podía haber encontrado cualquier otra persona. Pero fui yo.
- ¿Y qué era?
- Cuando me acerqué ví que un líquido negruzco, como petróleo, se filtraba desde dentro del meteorito. Lo toqué, y entonces se pegó a mi mano como si fuera pegamento, y se fue extendiendo por todo mi cuerpo. Me cubrió por entero y se filtró luego dentro de mí, metiéndose por todos mis orificios corporales.
- Perdone, ¿me está diciendo que fue poseída por un ente alienígena?
- Un simbionte. Exactamente era un simbionte.
- ¿Cómo que un simbionte?
- Aquel ser estaba dentro de mí, pero aunque no podía comunicarse con palabras, lo hacía con sensaciones, con pensamientos. Enseguida supe que era un ser (aunque algunos lo calificarían de parásito) alienígena, que se dedicaba a vivir en simbiosis con cualquier ser vivo para poder vivir él también.
- Perdone, pero esa historia tiene una incongruencia. De ser así, ¿cómo es que estaba en el meteorito?
- Es que lo que yo pensaba que era un meteorito resultó ser una especie de crisálida que había realizado aquel ser para quedarse en animación suspendida hasta que pudiera llegar a un sitio donde encontrar algún ser vivo con el que entrar en simbiosis. El destino lo había llevado a la Tierra, y hasta mí, y él me mostró que si nos uníamos para siempre, me mantendría la enfermedad a raya. No podía curarla, pero no la dejaría avanzar.
- Doctora Terado, esta historia está siendo muy difícil de creer, y no sé si tiene algo de verdad o me está tomando el pelo.
- Lo tiene todo de verdad –y en ese momento la Doctora empezó a expulsar un líquido negro por sus poros, por sus ojos, por sus oídos,... por todo su cuerpo. Sydney asustada se levantó de la silla, pero no pudo huir, extasiada como estaba mirando aquella mutación tan asombrosa. El cambio duró unos pocos segundos, hasta que la Doctora quedó convertida en una sombra negra donde sólo se distinguían dos manchas blancas donde tendrían que estar los ojos. Una boca se abrió de aquella sombra oscura, una boca grande y con muchos dientes:
- Yo sigo estando aquí debajo, esto que ves es como si fuera una segunda piel sobre mi piel, pero esta es mi verdadera forma gracias a mi simbiosis con el Otro. Generalmente no la uso, me decanto más bien por cambios y mutaciones de aspecto –y diciendo esto ese líquido reptante que había cubierto a la Doctora Terado se volvió a mover, pero esta vez hasta finalizar transformándola en una doble perfecta de la propia Sydney, que miraba todo completamente asustada y asombrada.
- Vale, ahora ya creo su historia. Pero en tal caso, ¿porqué deshacerse de lo que le ha mantenido con vida hasta ahora?
- Ya soy vieja, pero mientras tenga al Otro dentro de mí, no me permitirá morir. Pero si le busco un nuevo huésped, no tendrá problemas. Y puestos a buscar un nuevo huésped, por eso he buscado a una mujer joven y con una enfermedad terminal. Para que al menos ayude a alguien como me ayudó a mí.
- Pero usted me dijo que esto se lo había explicado antes a otras personas, que supongo que estarían en una situación como la mía. ¿Porqué no aceptaron?
- El Otro te mantiene vivo, te ofrece la oportunidad de ser quien quieras ser y la sustancia de la que está hecho sirve de escudo contra armas de fuego y armas blancas. Cuando él está al mando te concede además la fuerza de 10 personas. Pero a cambio él pide una cosa: adrenalina.
- ¿Adrenalina?
- Sí. Tendrá que vivir a tope, como dicen los jóvenes de hoy en día. Como lo haga ya corre de su cuenta. El problema está en que yo ahora ya soy mayor, y no le sirvo, por eso a las anteriores personas que pasaron por aquí y no aceptaron al simbionte... éste a cambio les quitó toda la adrenalina del cuerpo.
- ¿Me está diciendo...?
- Sí. Asumí la forma de sus peores pesadillas, y en el momento de máximo miedo antes de morir del susto, el Otro introducía un zarcillo de su forma líquida dentro del cuerpo de la víctima, y le chupaba hasta la última gota de adrenalina del organismo.
- ¡Usted es una asesina!
- Si, pero ya le he dicho que porque soy vieja y mi organismo ya no produce la adrenalina necesaria. Usted es joven, y el Otro podría vivir muchos años con usted antes de necesitar atacar a nadie.
- Supongo entonces que si no acepto me matará ahora mismo.
- Srta.Parker, usted va a morir dentro de poco, y yo le ofrezco esta solución. Puede elegir entre evolucionar uniéndose en simbiosis con el Otro... o morir.
- Acepto pues. Y que sea lo que Dios quiera.
La Doctora Terado (que había vuelto a su aspecto habitual) se acercó a Sydney y le dio la mano. Al estrechársela, el líquido negro, cual si tuviese vida propia, abandonó el cuerpo de Keiko Terado, introduciéndose en el de Sydney Parker. El proceso acabó en pocos segundos.
Tras aquello la Doctora Keiko Terado se fue hacía su escritorio y sacó un puñal. Sydney la miró, comprendiendo lo que iba a hacer (o quizás suponiéndoselo por las sensaciones que el simbionte ya le hacía notar). Apuntando hacía su vientre, Keiko Terado puso fin a su vida haciéndose el hara-kiri, no sin antes decir:
- Con esto muero con honor.
Sydney Parker volvió a casa y cuando fue a realizarse la siguiente visita médica le dijeron que el cáncer que tenía había parado su avance de forma inexplicable (para los médicos, que no para ella). A partir de entonces empezó una nueva vida para Sydney, una vida en simbiosis con el Otro (si se desembarazaba de él su enfermedad volvería a avanzar, más virulenta aún si cabe). A cambio sólo tenía que hacer ciertas cosas de vez en cuando para que su organismo generara adrenalina con la que alimentar al ser que llevaba dentro...
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