I
¡Brizz ... Brizz
... Brizz ...! (Sonido de un teléfono repiqueteando)
- ¿Diga? [...] ¡Hola.
Lady! [...] ¿Cómo dices? [...] Habla mas despacio...,
no te entiendo. [...] ¡Cálmate! [...] Empieza desde
el principio [...] ¿Qué si no he visto tus mensajes?
[...] ¡Pues no! [...] Déjame ver... mi correo... luego
te llamaré, no te pongas nerviosa, enseguida vuelvo.
Para mí todo
empezó con esa alocada de Margaret, a la que cariñosamente
siempre llamo Lady, la cual estaba tras la llamada repiqueteante
e insistente de teléfono que invadía el mudo despacho
de mi Agencia de Investigación.
Había pasado un largo fin de semana en la Costa de los Mosquitos
acompañando a una desconsolada clienta, que se había
quedado viuda tras un rocambolesco asunto de egipcios y franceses
mal encarados y liados en una guerra de sectas o algo parecido.
¡Un mal asunto!
El correo... Hotmail... password...
¡Dios mío! Totalmente lleno... Lady... Lady... Lady...
Lavinia.... está visto que me persiguen las mujeres "L"
¡Veamos!
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