Azathoth

Nueva Logia del Tentáculo

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Joseph Curwen


adecuadamente, se han expresado en grandes y largos pergaminos amarillos que rebosan sabiduría, preciosos verbos, brillantes voces que dan mil y una formas maravillosamente ornamentadas a aquellos más profundos y personales deseos, vivencias y experiencias.

El sentir de ese viento que no cesa de soplar, compuesto de los más de mil aromas de perfumes eternos, le transporta allá donde anhela llegar, porque su alma es tan etérea como el mismo viento que recorre largos caminos y que va arrastrando moléculas de vida del uno al otro confín.

Aprovecha, ese ser, el paso del viento cálido o frío y deposita sobre este sus pensamientos, su sabiduría, sus recuerdos, sus afanes para que sean transportados a lugares impensables, lejanos, universales. A partir de ese momento ese ser que posee el don de dibujar palabras con delicadísimos trazos, se convierte en un ser eterno, inmortal, colectivo, porque una parte de él recorre, sobre el viento, el propio Universo. Ya no estará nunca más triste, ya no sentirá tanta nostalgia.

El viento lo arrastra, como a hoja de otoño, de su pequeño habitáculo y pasa a formar parte del inmenso Cosmos. Y ya no se sentirá nunca sólo, nunca más, nunca jamás.

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