I
Suenan los dientes
de la escalera al rezumar el loto del olvido
como una piedra de entretejidos silencios
entre ruinas,
soy alma que sin rumbo vaga destrozando mi
vida en un quejido,
mientras mi cuerpo yace en la profundidad
oscura de mi mismo
brillan puntas tristes de los ojos con los vaivenes de las encinas
y se convierten en cenizas bajo el susurro
de los sauces. Comentarios
II ¿Por
qué jamás se escucha este gemido si sangra mi garganta en la plegaria? ¿Por
qué se me desborda este latido cálido de música anatómica? ¿Acaso
su sonido perece en la prisión que me encierra? ¿Acaso
los tímpanos que no escuchan aguardan carcomidos bajo tierra? Ni
el eco con su voz atronadora replica mi súplica réplica con
escuálido tinte pálido de leves relieves válidos. III Tras
pretéritos tránsitos borbota rota ufanía del éxtasis; cóccix
sacro y taba artrítica, gozáis del sabor y el aroma de la muerte.
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