Proyecto Curwen

Hacer unas descripciones de como podrían ser esos seres, que se insinúan en el relato Las Ratas del Cementerio, así como su formas de vida

Había bajo tierra cosas peores que gusanos y ratas, ciertas criaturas horribles que moraban en las profundidades de la tierra y tenían poder sobre las ratas, a las que agrupaban en ejércitos disciplinados. (Henry Kuttner)


Henry Armitage [1]

Eran entidades [1] oscuras y de una fealdad más grotesca que monstruosa. Tenían un aspecto híbrido entre silvestremente vegetal y ferozmente animal. Sus extremidades, que eran tres, acababan en una especie de párpado semicerrado por donde derramaban una especie de gel lechoso. Toda su piel parecía estar cubierta de hongos redondos y esponjosos, que les servían para succionar a sus víctimas, que suministraban una estirpe de rata a cambio de fluidos vitales que extraían con los garfios huecos de sus colmillos.


Fotomontaje de © Henry Armitage


Joseph Curwen [2]

Según mi criterio se trata de seres con aspecto antropomorfo que realizan sus cuadrados habitáculos utilizados como morada a unos, aproximadamente doscientos metros debajo de la ubicación de los cementerios. [2] El aspecto físico de estos seres es como sigue:

Se trata de seres cadavéricos pertenecientes a la raza humana que después de morir, y antes de pasar a un estado de total putrefacción, son elegidos por unos seres superiores [3] que se encuentran ocultos desde tiempos inmemoriales en las más profundas entrañas de la tierra. Estos cadáveres en estado de semiputrefacción son vueltos a la vida a través de rituales ancestrales y mentalmente programados por dichos seres superiores, para convertirse en sus esclavos y sirvientes en un estrato mucho más cercano a la superficie de la tierra de la que estos se encuentran y que todavía, sólo todavía, no pueden o, mejor, no deben llegar.

El aspecto físico de estos, realmente, antiguos seres, es verdaderamente sobrecogedor para el ojo humano. Deambulan por las galerías subterráneas lentamente pero sin descanso utilizando sus piernas sin lograr la rigidez corporal completa debido a que la altura de sus habitáculos es menor que su tamaño. Su rostro está totalmente desfigurado, pues el estado de putrefacción les hace poseer una especie de rostro humano completamente irreconocible. Jirones de acartonada y oscura piel forman algo similar a una faz humana. Únicamente los semidescolgados globos oculares destacan de ese desfigurado semblante. No se observan orejas, y la nariz está convertida en una repulsiva hondonada en el centro de esa tétrica faz. No quedan restos de labios, por lo que su boca es el resultado de unas negruzcas ristras de descarnados dientes que utilizan para destrozar la pútrida carne cadavérica con que se alimentan.

Su deforme cuerpo está formado por oscuros huesos en los que todavía quedan adheridas ciertas cantidades de masa muscular también negruzca. De sus extremidades superiores e inferiores cuelgan restos de humana carne y rígida piel, hasta llagar a las manos, de las que sobresalen largos dedos coronados con afiladas uñas, y a los deformes y planos pies de los que solamente destacan unas uñas largas y corvas que hacen surcos al ser arrastradas por la húmeda tierra de las subterráneas galerías, que estos construyen con la ayuda de las ratas.

Esos repugnantes espectros de humanos cuerpos están vestidos con mohosos y desarrapados restos de telas de un color entre amarronado y negruzco, y constantemente humedecidas debido a las características del medio subterráneo donde estos seres se encuentran.

Su alimentación consiste en carne humana procedente de cadáveres enterrado, preferentemente en un periodo inferior a quince días. Se nutren de sus carnes y del tuétano de sus osamentas. Con los despojos sobrantes alimentan a sus más fieles aliadas, las ratas, que son su enlace con el mundo exterior. Grandes ejércitos de ratas de gran tamaño y fortaleza debido a la continua alimentación a la que son sometidas, y por supuesto, perfectamente entrenadas para suministrarles los cuerpos muertos. Incluso se ha desarrollado cierto básico sistema de comunicación entre estas y los horrendos seres subterráneos, mediante el cual les informan de algunos acontecimientos que ocurren en el espacio exterior y que pueden ser de su interés, o mejor, del interés de los supremos y profundos seres.

Aún siendo originariamente cadáveres de ambos sexos, estos seres no muestran ningún tipo de comportamiento sexual reproductor, puesto que no es una raza en sí misma, sino que como ya he explicado, son cadáveres elegidos por unos ocultos seres supremos, cadáveres que son llevados ante estos por las propias ratas. Estos superiores seres, que tienen sus moradas en las más profundas entrañas de la tierra, mediante unos ancestrales rituales, devuelven a estos elegidos cadáveres, cierta forma de vida sin propia voluntad, por lo que sus comportamientos se basan únicamente en la voluntad de aquellos. Voluntad que consiste en el futuro dominio del Planeta, tal y como lo dominaban antes de la aparición del ser humano.

Con cierta frecuencia estos seres son requeridos ante los entes superiores convirtiendo la masiva reunión en una especie de horrenda y diabólica congregación donde los supremos seres son obsequiados con grandes cantidades de putrefacta carne humana recogida y almacenada para este fin. Además estos ya mencionados supremas entidades utilizan a algunos sus esclavos para desahogar sexualmente sus lujuriosos instintos.

El número de estos cadavéricos seres es enorme, pues bajo de cada uno de los cementerios, parece ser que existe una gran población de estos, dirigida por uno de estas profundas entidades superiores. La población de estos va creciendo más y más de la manera ya comentada. El objetivo final es que cuando se haya conseguido un número de estos seres superior al de la raza human, poder salir a la superficie de la tierra y aniquilar por completo a toda la humanidad y así, de esta manera, los ocultos y ancestrales pobladores de las más profundas entrañas de la tierra habrán conseguido su propósito y habrán logrado su voluntad: dominar y poblar la tierra del uno al otro confín.


Ludwig Prinn [3]


Metamorfoto de © Ludwig Prinn


HE-WHO-MUST-NOT-BE-NAMED [4]

Lo que el viejo Masson ignoraba es que las ratas actuaban en realidad por cuenta de otras criaturas, anteriores al cementerio, anteriores a Salem y anterior al poblamiento americano. Aquellas criaturas eran mas repugnantes y espeluznantes que las propias ratas y que los propios cadáveres que les servían de sustento.
Eran el engendro degenerado de seres de status casi divino y ajenos a nuestra esfera de la realidad, y que las crónicas apócrifas designan como Grandes Antiguos [4].
Pólipos enormes, blanquecinos, gelatinosos y ciegos, aquellos seres eran el mero producto de un fallido intento de parte de los Grandes Antiguos por colonizar nuestro planeta, a través de la procreación con una raza de seres civilizados extintos antes que el primer bosquejo de humanidad viese la luz.
Sus progenitores casi divinos fueron desterrados de nuestra galaxia y la raza que le sirvió, por así decirlo, de madre portadora desapareció con las eras geológicas. Pero ellos, condenados al aislamineto, se replegaron bajo tierra y fijaron sus pseudópodos a los cimientos rocosos del subsuelo, inmobilizándose poco a poco hasta perder toda facultad de locomoción.
Para paliar con esta invalidez adquirida, debieron inventarse artimañas para sustentarse.
Desde sus profundas guaridas emitieron señales telepáticas pidiendo socorro a quien las oiga, y las ratas fueron quienes primero acudieron al socorro. Fue durante la última glaciación que aquella raza híbrida y los nauseabundos roedores concluyeron su pacto. Primero comenzaron trayéndoles los cuerpos que los primeros habitantes de América enterraban en un rito que prefiguraba nuestro funerales modernos.
El tiempo pasó, la población aumentó y por ende, los alimentos disponibles. Con ello aumentaron también las ratas y pronto se vieron obligados de reestructurar la organización de este ejército cada vez más numeroso.
Fue así como aquella raza híbrida decidió escoger entre los muertos unos pocos individuos que sirvieran de coordinadores, y que tendría cada uno a cargo un determinada cantidad de aquellas huestes.
El cuerpo, tras morir, privado de su alma y de su propia voluntad, queda a la merced de la voluntad de aquellas criaturas. Eligen preferentemente cuerpos sanos y recientes, a las cuales animan con una corriente eléctrica emitida por ellos mismos y según un principio similar al que comprobó Galvani en el siglo XVIII al hacer circular una corriente eléctrica en los nervios locomotores de las ancas de una rana, y luego transmiten sus instrucciones al cerebro a través de ondas telepáticas.
Todo iba bien para ellos hasta que el hombre comenzó a descubrir y aplicar nuevas técnicas de conservación; el formol, el éter y otros productos químicos que se aplican hoy sobre los muertos rindió su carne inconsumible para las híbridas entidades, y disminuyó la conductividad de los cuerpos, haciéndolos menos receptivos a las corrientes telepáticas y eléctricas emitidas por ellos.


NOTAS

Al fabular esta descripción, Henry Armitage tenía en mente la Gran Raza, tal y como se describen en la novelas de H.P. Lovecraft, "En las montañas de la locura" y "La sombra más allá del tiempo" y para completar la información, léanse los siguientes artículos:

En realidad estos seres cadavéricos son meros instrumentos o intermediarios entre las ratas y unos "seres superiores", que podrían coincidir con los citados en las novelas de Lovecraft mencionadas arriba.

HE-WHO-MUST-NOT-BE-NAMED identifica estos seres superiores con los Grandes Antiguos, que August Derleth fijó en su Cosmogonía con el nombre de Los Primordiales.

A este respecto, léase la siguiente reseña de la Editorial Valdemar:

Lovecraft logró trascender el horror puramente humano de diablos, brujas y vampiros e intuyó una realidad oculta, cósmica, terrorífica, y apenas descriptible: imaginó un espantoso panteón de deidades, los «Primordiales» o «Grandes Antiguos», con el dios ciego e idiota Azatoth a la cabeza («una ruina amorfa de absoluta confusión que blasfema y babea en el centro del infinito»), Yog-Sothoth, Nyarlathotep - el Caos reptante -, Cthulhu - el morador de las profundidades acuáticas -, y una alucinante caterva de alimañas descarnadas, demacrados nocturnos, entidades sobrehumanas que pueblan un Cosmos amoral, despiadado e indiferente al insignificante destino del hombre: el horror abarcaba todo el Universo, visible e invisible.


El material gráfico reproducido aquí es de la propiedad de su autor y tiene carácter meramente ilustrativo, didáctico y de estudio para l@s Neologi@s y visitantes ocasionales.


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