Sevilla fundada por Hércules
 
 
© 2002 Henry Armitage
 
 

 

Hércules en la Alameda que lleva su nombre en Sevilla

Sevilla tiene su embrujo, el de sus calles, el de su historia, el de sus leyendas. Siempre se ha dicho, pero pocos se atreven a decir que es una ciudad embrujada. Hay tantas historias que se remontan a sus orígenes míticos, cuando los dioses descendían de sus esferas celestes y se mezclaban con los hombres.

Se sabe que, disfrazados, los más jóvenes de los Grandes Dioses se casan a menudo con las hijas de los hombres, de modo que junto a los confines de la inmensidad fría, donde se yergue Kadath, los campesinos llevaban todos sangre divina.


En busca de la ciudad del sol poniente, H. P. Lovecraft


Melkart, el valeroso, desafiante y atrevido navegante de Fenicia, logró vencer el temor ancestral y reverencial de cruzar el Estrecho de Gibraltar. Se enfrentó a las alimañas marinas, que acechaban las inmensas llanuras acuáticas de los atlantes. Su prudencia le llevó a buscar el abrigo de la costa hasta que encontró la desembocadura de un río, que mucho tiempo después los árabes llamarían Guadalquivir. Melkart remontó sus aguas llenas de augurios y sombras verdes, que apenas lograban remansar los negros presagios de la canalla marinera hasta que la embarcación, impulsada por colosales remeros de muy oscura y escamosa piel, llegó a un islote formado entre dos brazos del río, en el que encontró sitio para fundar una factoría comercial fenicia a la que dio el nombre de Hispalis, que en idioma fenicio significa "Marisma". La empresa no fue una tarea fácil, ya que tuvo que poner su brazo y su coraje a prueba sometiendo a los indígenas acaudillados por el rey Gerión. Melkart les impuso su ley y la nueva religión procedente de Egipto, y les enseñó a capturar y a matar a los toros salvajes que ocupaban los montes y las llanuras de la región. Cuando Melkart murió, los fenicios y egipcios reconocieron sus proezas en la navegación por un océano desconocido lleno de maleficios y su ahínco por llevar la nueva religión a pueblos salvajes, por estos motivos le exaltaron como héroe, santo y dios, transformando el nombre de Melkart por el de Herakles, que luego los latinos convertirían en Hércules.

 

Insólita Iberia

 

 
  
 

 
  
   

   
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