Hace unos días llovió. Empezó tronando y relampagueando. Unas oscuras y grisáceas nubes cubrían todo el cielo visible. El olor del viento anunciaba tormenta. Yo empecé a decir "Va a llover", "Dentro de nada, empezará a llover". Y vaya si empezó. Al principio era una lluvia suave. Te empapaba lentamente. Más bien, te salpicaba, sin ser de esas pesadas y molestas lluvias en las que cada gota es como un pequeño golpe. Estuve paseando bajo ella, dejándome acariciar, disfrutando del olor a vegetación mojada, jugando entre cientos de hadas líquidas que revoloteaban alrededor. Después, la lluvia se detuvo; pero en el cielo se arremolinaban enormes nubarrones, y el viento era cada vez más amenazador, aullando entre nosotros como si de un espíritu en busca de venganza se tratase. Como si se hubiese cansado del juego porque alguien lo hubiese hecho enfadar. La lluvia que anunciaba fue creo que la más violenta que he visto nunca. Era ya de noche, y las gotas caían como botas de miles de soldados con afán destructor. Como cientos de rocas expulsadas por la explosión de un volcán. Cada gota caía al suelo a una increíble velocidad, y el choque la hacía romperse en mil pedacitos que volvían a ascender, creando así una capa de medio metro sobre el suelo en la que no podías ver más allá de tus narices. Los terrenos se inundaban, la gente se cobijaba donde podía del bombardeo a pequeña escala. Éste iba acompañado del furioso viento, que se encargaba de hacer llegar las cristalinas balas allí donde no podían llegar por sí mismas. Mientras, los rayos se encargaban de iluminar el campo de batalla con sus estocadas de luz, y los truenos que les seguían hacían estremecerse al más valiente. Pero semejante descarga de energía no puede mantenerse siempre, así que en cierto momento, cuando ya comenzabas a plantearte si había llegado el Apocalipsis, la lluvia se volvía tenue, la energía se iba acabando hasta desaparecer; dejando a su paso un mundo lavado, renovado.
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