-"Los hombres que a mí me gustan no saben llorar". Así que dije "adiós" mientras enjugaba mis lágrimas.
Laura, frunció el ceño.-¡Te dije que a las mujeres les gustan los hombres sensibles, no que te pusieses a llorar en tu primera cita!
Como Laura era mi mejor amiga tenia potestad para abroncarme.Estábamos en su casa porque quería convencerme de que viviese con ella para repartir el coste del alquiler y porque íbamos a revisar mis estrategias para conseguir novia.
Respecto a lo primero yo lo tenía claro: NO. Me preocupaba que por estar juntos todos los días se estropease nuestra relación.
Como si me leyese el pensamiento Laura apuntó: -Te advierto que, por el precio que piden al mes, este piso es un chollo. -No insistas. Búscate otro "inversor". -Hablando de buscar… ¿Tú qué buscas en una mujer? -¿Perdona? -La mujer de tu vida, ¿cómo tiene que ser? Me había pillado con el pie cambiado. -Supongo… que busco a alguien que me escuche… alguien con quien me entienda. Con quien esté a gusto y… Me interrumpí. Tiempo después, cuando recordase ese momento, siempre pensaría que lo que me hizo callarme solo podría describirse como una fuerte sensación de obviedad.
-¿Y bien? -¿Eh? Laura me devolvió a la realidad.-¡Hijo, te has quedado callado de repente! Disimulando una sonrisa, pregunté: -¿Cuánto has dicho que pagas de alquiler al mes?
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