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La Saga de los Heroes I

Artículos de Dreamers


Esta es una historia de Fantasía Épica, basado inicialmente en personajes del foro de Anime a Gritos que participaron el las guerras contra Elmecha, pero que ahora se han ajustado a nuevos tiempos.
Espero la disfruten.

Capítulo 09: Un viejo conocido.
Ante esta situación, contener el jadeo era, por no decir imposible, difícil. El correr en un bosque tan frondoso en plena oscuridad no daba muchas ventajas y menos aún la seguridad de que podría haber adelante, pero seguramente sería mejor que de lo que se escapaba.
La emboscada que le habían tendido fue simple pero efectiva. No solo contaban con la ventaja de conocer el terreno, además tenían visión nocturna y un olfato admirable. Los orcos los habían rodeado sin problemas, y solo lograron darse cuenta cuando ya estaban encima suyo.
Separada del grupo, se tenía menos esperanzas de sobrevivir. Pero no había tenido opción.
La chica se detuvo un momento para recobrar el aliento antes de seguir, y verificar que le hubieran perdido el rastro. Los insectos nocturnos entonaban su melodía, sin detenerse. Buena señal, pensó para si la joven. Enderezó su cuerpo y apoyo su espalda en un gran árbol. Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, podía ver algunas siluetas y uno que otro detalle gracias a los pocos rayos de la luna que se colaban en el bosque. Reviso sus pertenencias. Lo único que había logrado coger en el alboroto habían sido sus dos pequeñas espadas, una cuerda, su arco y unas cuantas flechas.Añadir Anotación
-Diablos... esto es peor de lo que pensé. – Recriminó su condición Jarwen. – No se donde estoy, apenas estoy armada, no traje mi armadura y ni siquiera sé si los demás están a salv... – un crujido a su derecha, no muy lejano, detuvo su monologo.
Contuvo la respiración, y sin despegarse del árbol, dirigió la vista al lugar del que procedía el ruido. Cada vez más cerca. Los insectos dejaron de emitir ruido. El silencio comenzo a apoderarse de los alrededores. Tomó el arco y una flecha procurando no hacer ningún ruido. Tenso el arco y espero. No tuvo que esperar mucho. La criatura había aparecido en su rango de visión. Caminaba despreocupado, arrastrando un garrote largo, confiado en su habilidad de ver en la oscuridad. Jarwen esperó un poco más, ya que no podía malgastar ninguna flecha. Pero el orco la divisó. La flecha de Jarwen atravesó la garganta de la criatura antes de que pudiera emitir cualquier sonido, dejando el mundo solo con un gorgoteo final.Añadir Anotación

Jarwen había estado escondida en el árbol esperando el alba, pero en el transcurso de la noche ya había eliminado a cuatro orcos y se le acababan las flechas. Pronto tendría que decidir si seguir en la oscuridad o quedarse, rezando para que no la encontraran en cualquiera de las dos opciones.
Sus cavilaciones fueron interrumpidas por la aparición de otro orco, que en esta oportunidad aparecía a su izquierda. Repitió el acto que había realizado en las cuatro ocasiones anteriores, respaldada contra el tronco. Pero antes de que lanzara la flecha, algo brillo a su izquierda. Sus ojos se abrieron de par en par ante la sorpresa y el miedo. El dolor en su pecho se volvió insoportable. La sangre comenzó a brotar, y la respiración se dificultó. “Una flecha… torpe” fue el último pensamiento de Jarwen antes de desplomarse en el piso. La Joven Degolladora había sido emboscada por un arquero.Añadir Anotación
Los otros dos orcos salieron de su escondite, acercándose a la joven. Babeaban ante el placer. Las cosas que podrían hacer con una joven humana. Violarla, torturarla y después comerla viva. Una agonía interminable. Un panorama atractivo... para ellos. La mano verrugosa y verde del que asestará el golpe triunfal se acercó al rostro de la joven y le aparto el cabello, para poder ver el rostro de su víctima. Jarwen respiraba trabajosamente. La flecha había impactado en su pulmón derecho y le había traspasado el cuerpo al desplomarse. Ahora tendida y semiconsciente, no representaba una amenaza. Los tres orcos se miraron entre si mientras sonreían. Uno de ellos precedió a desenvainar su cuchillo para desgarrar la ropa de la joven y comenzar el ritual. El filo desgarro fácilmente las vestimentas, pero se detuvo antes de terminar, ya que la mano inerte de su dueño la dejo caer.Añadir Anotación

El caballero había estado peleando valerosamente toda la noche, un embate tras otro, pero la fatiga comenzaba a causar estragos, tanto en su mente como en su cuerpo. Los mercenarios que lo acompañaban habían tenido que salvarlo en variadas ocasiones. Si seguían así, no resistirían. Otacon tenía varios cortes en el cuerpo, que sangraban profusamente y se combinaba con la sangre de sus enemigos. El caballero Dariem estaba herido en un brazo, pero manejaba su espada sin problemas con la extremidad sana. Neoflare estaba agotado, y casi no le quedaban hechizos.Añadir Anotación
-Es en estos momentos cuando se extraña a una sacerdotisa – Comento Otacon, mientras se limpiaba la sangre de su frente.
-Calla y ahorra energías- fue la respuesta de Dariem. Neoflare solo le dedico una mirada. – Ojala Ascot nos ayudara.
Ascot desapareció después de que entrara en escena el ogro que guíaba a la banda de agresores. Había embestido directamente contra él, casi por instinto. Algo había hecho que se abalanzara sin pensarlo, destrozando con su puño y espada lo que se interpusiera en su camino. Así fue como cayeron muertos tres orcos, sorprendidos en el acto de levantar sus armas y con la sorpresa en sus rostros. Lo ocurrido después, fue el caos. Los orcos se hicieron a un lado, tratando de evitar al humano desquiciado que avanzaba por entre sus filas. Jarwen se preocupó de cubrir al caballero con sus flechas, mientras Otacon y Dariem intentaban ir tras él. Neoflare se dispuso a realizar un conjuro aprovechando la confusión, pero se vió interrumpido por la nueva orda de orcos provenientes de la derecha.Añadir Anotación
Al volver la vista hacia donde estaba Ascot, el único rastro que quedaba eran los cuerpos de los malogrados orcos. Ascot había desaparecido tras el ogro jefe.
Dariem, Otacon y Neoflare se vieron obligados a retroceder, mientras Jarwen seguía disparando sus flechas, dandoles tiempo para reagruparse. Pero eran demasiados y la Bella Degolladora no tenía el tiempo para apuntar. Con una última mirada hacia lo que se aproximaba, tomo las flechas que le quedaban y corrió en dirección contraria, rezando para que sus compañeros pudieran sobrevivir.Añadir Anotación

Ascot corría tras el ogro. Ese ogro que poseía una cicatriz en el pecho, que le llegaba a la espalda. Algo que debería haberlo matado años atrás, pero seguía vivo.
Al parecer lo estaba guíando hacia un claro. Un lugar abierto. Esto sería una pelea personal. Pero antes no había pensado. Se lanzo tras él, antes de que lo hubiera pensado. Sentía como ardía su pecho, no por cansancio, sino por ira. Por sed de venganza.

El campamento de entrenamiento se realizaba una vez al año, por un período de un mes. Todos los jóvenes esperaban ese momento, ya que significaba el poder mostrar sus habilidades y avances ante los caballeros. El poder ser ascendido o favorecido por algún caballero era el mayor honor que se podía otorgar, y el que todos buscaban.Añadir Anotación
Los entrenamientos comenzaban desde pequeño. Un niño de 10 años estaba atrasado para iniciar su entrenamiento, y uno de 18 años tendría que ser nombrado caballero pronto, si es que no deseaba convertirse en soldado.
Ese año tomaría lugar en el Bosque de Wraith, un lugar seguro según las exploraciones.
Cuando el campamento estuvo listo, los jóvenes se cuadraron. El entrenamiento de este año comenzaría con una prueba de supervivencia. Se formarían grupos de 8 personas de todas las edades, pasarían una semana en el bosque, sobreviviendo por sus propios medios. Luego de cumplido el plazo, volverían al campamento para dar su informe ante los superiores. El sector a establecerse sería de libre elección.Añadir Anotación
Los grupos partieron. Dos de ellos siguieron la misma ruta. Entre los grupos se conocían. Años habían compartido juntos. En uno de ellos se encontraba el más pequeño del batallón. Un chico que había entrado bajo el cuidado de importantes caballeros, a los 7 años de edad. Pero no le gustaba que mencionaran ese hecho. Prefería ser tratado como los demás, sin preferencias. En el otro grupo iba uno de sus amigos, un chico de 13 años que había perdido a su familia cuando aún era muy pequeño como para recordarlo. Se llevaban bien y compartían sus cosas. Era como su hermano mayor.Añadir Anotación
La hora de separarse llego. Ninguno vacilo cuando las escuadras tomaron caminos diferentes. Era, después de todo, su deber. No se miraron. No se dirigieron palabra. Cada uno fue por su lado, sin saber que muchos no volverían a verse.
Cuando se establecieron, el chico de 14 años se preguntó como haría su “hermano menor” para dormir. Siempre le había costado dormir. Haciendo a un lado sus pensamientos, continuó con sus deberes.
Pasaron cuatro días, cuando un mensajero llegó. Un mensajero herido. Las noticias que traía eran alarmantes. Varios grupos habían sido atacados por orcos. La mayoría de ellos habían sido emboscadas nocturnas. No se sabía cuantos sobrevivientes había. Muchos de los atacados se separaron de su grupo, ya fuera por pánico o por verse obligados a ello, y ahora había que organizar partidas de búsqueda, mientras los caballeros se encargaban de los orcos.Añadir Anotación
Se decidió partir hacia el campamento vecino, para aunar fuerzas en esta crisis y no ser una fuerza dividida. Tomaron sus cosas y partieron de inmediato.
El avance fue rápido y extrañamente silencioso. No había animales en los alrededores. No cantaban los pájaros. Una mala señal. Aceleraron el paso, esperando lo peor. Y sus temores se hicieron realidad, cuando llegando al campamento vecino vieron como eran embestidos por los orcos. Unos 40 bandidos en contra de 20 niños. La escuadra recién venida desenvaino sus armas a la orden del líder y cargaron en contra de los agresores. Pero la diferencia era clara. Los orcos arqueros mataron a cuatro niños antes de que alcanzaran a dar su primer golpe, mientras que otros tres cayeron bajo la primera carga.Añadir Anotación
Los jóvenes sobrevivientes cargaron contra el costado de los bandidos, logrando herir y desarmar a cuatro inmundas criaturas. Ante esta inesperada aparición, los orcos retrocedieron para reorganizarse. Al parecer habían creído que los recién llegados se trataban de caballeros. Una oportunidad, pensaron los jóvenes. Pero su júbilo duro poco. EL líder de los bandidos, un ogro enorme, observaba desde una loma cercana la acción y viendo que sus tropas se retiraban ante unos niños comenzó a dar órdenes a los arqueros para que eliminaran a los que se retirarán. Un orco cayó atravesado por una flecha en la garganta. La respuesta no se hizo esperar. Los bandidos dieron media vuelta, dispuestos nuevamente a embestir, más temerosos de su líder que de los recién llegados. Esta vez, el ogro encabezó las filas y embistió con una fuerza desmedida que solo pueden poseer esas criaturas. Dos chicos volaron en pedazos después del golpe que dio con su maza. El caos se apoderó de todo. Los niños, aterrados por esta escena, comenzaron a correr. El chico de 14 años busco con la mirada a su hermano menor. Estaba corriendo. Sin esperar ordenes, corrió tras él. Debo protegerlo, pensó. Pero antes de que ambos llegaran lejos, orcos arqueros cortaron el paso de los que huían. Las flechas fueron certeras. El chico de 7 años quedo tendido en el piso. Inerte.Añadir Anotación

Los arboles quedaban atrás rápidamente mientras él corría, aterrado. No sabía cuanto tiempo había estado huyendo. Tal vez eran unos minutos, pero para el chico se hicieron horas. Cada paso que daba, cada metro que avanzaba, cada contracción de sus pulmones causaba una punzada de dolor en su pecho. No era su corazón, tampoco sus pulmones, a pesar de que sentía que con la próxima aspiración iban a reventar. Sus ojos miraban adelante. Caer o tropezarse significaban una muerte segura. No rápida como se desea en esa situación, sino una lenta y dolorosa. La cota de mallas le pesaba. La espada, a pesar de ser pequeña, también. Sus trancadas comenzaron a disminuir, al contrario de sus palpitaciones. El niño, comprendiendo finalmente que escapar era inútil, dio media vuelta y desenvaino dificultosamente la espada corta. Podía escuchar los pasos que se acercaban a un ritmo mayor que el de sus latidos. Y entonces, por entre los arbustos lo vio.Añadir Anotación
El ogro apareció. Lamía sus labios con su negra lengua, saboreando el momento que se avecinaba. El chico, impotente, levanto su arma en posición de defensa, aterrado. Sus brazos apenas podían sostener la espada.
La horrible criatura avanzó lentamente, tazando la posibilidad de tal vez dejar vivo al chico para torturarlo después, o quizás cocinarlo. Le encantaba la carne tensa por el terror. Levanto su arma. El chico miraba aterrado como lo hacía, sin poder moverse. Esto sería una muerte fácil. Se detuvo el brazo por el dolor. Una espada atravesaba su pecho. Cuando se giro el ogro pudo ver el rostro de su asesino antes de desplomarse. Un hombre. Un caballero.Añadir Anotación

Las perdidas por este ataque fueron grandes. 36 jóvenes muertos en acción, 70 heridos y 11 desaparecidos. Muchos más los que resultaron heridos mental y emocionalmente. Amigos, hermanos, primos, conocidos. Todos habían perdido a alguien. Ascot había perdido a su hermano menor.
<Continuará>Añadir Anotación


Ascot

Artículo enviado por Ascot el 22 de Febrero de 2005
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