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Viñeta a la que se refiere el dibujante en la entrevista. | |
¿Cómo debió ser la infancia de Howard Phillips Lovecraft para acabar escribiendo relatos terroríficos que, según algunos, hacen sombra a los del mismísimo Poe? Es la pregunta que dio origen a la tira cómica `El joven Lovecraft´, dibujada por el ibicenco Bartolo Torres, que se publica cada lunes en internet.
El abusón que cada día en el colegio pide el almuerzo y apaliza al joven Lovecraft (blaquísimo de piel y vestido de negro) no sabe con quién se está metiendo. El futuro escritor de `Los mitos de Cthulhu´ cuenta con un libro con el que puede invocar a la poderosísima momia del rey Rammenoth (tan poderosa es que hay que invocarla por partes del cuerpo para no pasarse). Así nacía `El joven Lovecraft´, la viñeta dibujada por el ibicenco Bartolo Torres, alias `El hombre que pía´, e ideada por el mallorquín José Oliver, `El cisne negro´, que cada lunes se publica en Internet: http://www.dreamers.es/lovecraft/. Las historias de infancia del escritor estadounidense nacieron hace un año y cuatro meses aproximadamente. En este tiempo la iniciativa de los dos jóvenes se ha consolidado. «De hecho tenemos algún proyecto para llevarla a papel, que es con lo que de verdad sueña un dibujante de cómic», explica Bartolo Torres. El ibicenco vive en Barcelona mientras que José Oliver reside en Palma. En todo el tiempo que llevan trabajando juntos apenas se han visto en dos ocasiones, algo que no representa inconveniente alguno para el trabajo. «Él me envía los guiones por mail y yo me pongo a dibujar. Lo que ocurre es que él me envía material para quizás una veintena de tiras y yo hasta que no las he hecho todas no le respondo y a veces se pone un poco nervioso», comenta.
Secundarios entrañables Ambos son amantes de las historias de terror de Lovecraft. Oliver tenía en mente las viñetas pero no sabía dibujar. Un día, en una exposición de los ganadores de Art Jove, vio el trabajo de Bartolo Torres y le pareció que era la persona ideal para dar forma al niño escritor y los tétricos (pero entrañables) personajes que llenan su mundo: la ya nombrada momia que pasa la mayor parte del tiempo incompleta, el ojo de dicho personaje, el abusón Big Joe, sus confiadas tías de Providence, Ghoul (una especie de perro que come cadáveres) o Siouxie, la compañera de clase recién llegada, ansiosa por caerle bien al joven Lovecraft. Hace unos meses en la página web pusieron en marcha un foro. Se quedaron sorprendidos de la cantidad de gente que seguía las aventuras (más bien desventuras) imaginarias de este escritor que en la vida real, ya de pequeño, disfrutaba perdiéndose por parajes extraños. «Se nos ha ido de las manos», confiesa Bartolo Torres, que asegura que ni él ni su compañero esperaban tener tal cantidad de visitas. Además de españoles, hay comentarios enviados desde Argentina, Chile, México y Estados Unidos. Precisamente que el Joven Lovecraft hable inglés es uno de sus objetivos a corto plazo. «Nos ha sorprendido sobre todo porque hemos visto que también le gusta a gente que no conoce la mitología de las obras de Lovecraft», señala. Ambos consideran que ha llegado el momento de obtener algún beneficio de este proyecto que les quita tantas horas. El dibujante ibicenco trabaja en un Ikea entre las cinco de la mañana y la una de la tarde. El resto del día lo dedica a dibujar. Si no consiguen editar las tiras en un volumen de papel ya están pensando en hacer y vender camisetas y peluches de algunos personajes. «El ojo de Rammenoth será el primero», comenta convencido. El muñeco ya tiene algunas fans esperándolo.
Mascota singular Aunque todos son creaciones suyas, el autor tiene preferencias por uno: el Ghoul. En una de las tiras el perro se pone la máscara de Hanníbal Lecter cuando el joven Lovecraft (que lo adopta como mascota a pesar de haberse comido la mano de Lavinia, una compañera de clase) le pide que se ponga un bozal para salir a dar un paseo. Desde que pasa las tardes y las noches dibujando la vida del escritor de terror, el ibicenco ha abandonado sus propias historias. Pero no las echa de menos. «Soy muy inconstante y se me da mal escribir», comenta. Quizás por eso las historias que él mismo idea se cuentan con muy pocas palabras. O con ninguna, como es el caso de `Lágrimas´. En estos momentos el Joven Lovecraft ha vivido un centenar de tiras. Sesenta y cuatro de ellas ya se han publicado en la web. Ha enviado a un abusón a un lejano planeta, nadie ha entendido sus disfraces de Halloween, ha compartido asiento del coche con un autoestopista asesino, ha convocado la mano y el ojo de Rammenoth y ha reinventado `Drácula´, `La isla del tesoro´, `El cuervo´ y `Moby Dick´.
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