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Tras dos años de conciertos que les han llevado por toda España, Latinoamérica y Estados Unidos, Enrique Bunbury y el Pequeño Huracán Ambulante cerraron la gira Flamingos arropados por los miles de seguidores que llenaban el Palau de la Vall D’Hebrón de Barcelona con una velada con más espíritu de celebración que no de concierto. Celebración doble, tanto por la clausura de la gira como por la recientísima paternidad del Maestro Copi, teclista del Pequeño Huracán Ambulante.
Con diez minutos de retraso, los primeros acordes de El Club de los Imposibles, que certificaban la excelente acústica del Palau, anunciaban al público la entrada en el escenario de un Bunbury muy cambiado desde su último paso por la Ciudad Condal. La ropa tejana y el aspecto Hippie que sustituían a las lentejuelas y el glamour mostraban bien el cansancio de una gira que, aunque dura, ha tenido múltiples recompensas. Después sonaron Contar Contigo, De Mayor y El Extranjero, surgidas tanto de Flamingos como de Pequeño, anterior disco del cantante de Zaragoza, y que abrió una etapa étnica y orquestal que aún dura. El primer disco en solitario de Bunbury, Radical Sonora, tuvo su momento con Salomé y Alicia, a las que siguió la primera sorpresa de la noche: En Brazos de la Fiebre, canción perteneciente a Avalancha, último disco de Héroes del Silencio, convertida en una balada de tintes africanos que el público coreó exultante.
Infinito, Sí y Apuesta por el Rock’n Roll fueron las siguientes en sonar en un Palau cada vez más entregado. La anécdota llegó en Lady Blue, cuando Enrique se equivocó repetidamente con la letra, provocando las risas y vítores de los espectadores, ya que no le salió bien hasta el tercer intento. La primera parte del concierto se cerró con Iberia Sumergida, canción que también pertenece al disco Avalancha.
Pero fue en los bises cuando pudimos ver la energía que despiden todos y cada uno de los miembros del grupo. Sácame de Aquí y El Viento a favor caldearon el ambiente para El Jinete, una de las versiones más conocidas de Bunbury, capaz de ponerle los pelos de punta al más pintado, ya que el tema trágico de la canción, el discurrir melancólico pero violento de la música y la desgarrada voz de Bunbury se funden para lograr un resultado que sólo se puede disfrutar en directo. El segundo bis estuvo compuesto por Hermosos y Malditos y La Chispa Adecuada, sin duda el momento de mayor cercanía física y emocional entre la banda y el público. El espectáculo tuvo también su momento de romanticismo, con la interpretación de Aunque no sea Conmigo, preludio de …Y al Final, un tango alegre dentro de la tristeza que suele clausurar los conciertos del cantante de Zaragoza. En cambio, esta vez no fue así, ya que la banda volvió al escenario por cuarta vez para interpretar Enganchado a Tí, momento en el que se despidieron del público y de la gira Flamingos.
En total dos horas y media de sonido potente pero claro, a ratos violento, a ratos melancólico, que nos recuerda que Bunbury no termina en Héroes del Silencio, sino que más bien nació como artista el día que abandonó la banda. A pesar de esto, creo que lo único que el público echó en falta fue Maldito Duende…
Texto : Hector Lorda . Fotos obtenidas de www.enriquebunbury.com
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