Desde el comienzo de los tiempos, veinte dioses rigen el universo. Cada uno de ellos es todopoderoso en su propio reino. Ahora, uno de esos dioses ha transtornado el equilibro del poder y permite que los demás luchen para mantener el control de la situación que, realmente es muy compleja. En la ciudad de Kich, el imán Feisal intenta convertir a los nómadas capturados y encarcelados por las tropas del emir. A partir de este suceso, el emir y el imán emprenden una cruenta guerra santa. Por su parte, los inmortales Sond y Pukah, acompañados del ángel femenino Asrial, se internan en la cueva acuática de Kaug, el efreet del dios Quar, y descubren que éste se ha erigido en amo de Serinda, la ciudad de la Muerte. Finalmente, Khardan, Zohra y Mateo son conducidos al castillo de Zhakrin, plaza fuerte gobernada por la Hechicera Negra y por su esposo, el Señor de los Caballeros, servidores, en definitiva, del perverso Zhakrin, dios de la Noche y del Mal.
Crítica
Puntuación del crítico: 9
Tan bueno como el primero o incluso mejor. En este segundo volumen, la trama se enreda aún más y aparecen más dioses, más inmortales y la situación comienza a tomar un cariz realmente siniestro.
Las partes más importantes de esta novela se centran en el enigmático Auda Ibn Jad, su caravana de esclavos y los misteriosos objetos que portan y en el periplo de los Inmortales (Sond, Pukah y Asrial) quienes, sin separarse del todo de la trama central, viven su propia odisea...
Como todo buen episodio central de una trilogía, la tensión aumenta por momentos y la situación sólo consigue ir a más... Weis y Hickman no defraudan y mantienen interesados al lector capítulo a capítulo.
Ficha de Libro enviada por Asterfall el 4 de Julio de 2005