Como si se tratase de una de Indiana Jones en plan hardcore, Ruggero Deodato se despacha este brutal y exótico entretenimiento. Mucho presupuesto (aunque a veces no se note) y actores conocidos para un aunténtico desfile de bestialidades al son de la bienvenida música de Simonetti. A destacar el pequeño pero pintoresco papel de Richard Lynch (una especie de coronel Kurtz en clave bizarra, muy bizarra).
La mejor película de Deodato, lo cual convengamos no es mucho decir dado el habitual calibre cinematográfico de dicho artesano.