Soberbia interpretación de Richard Harris, no cantando, sino recitando las canciones, siguiendo la misma fórmula que emplearon Lerner y Loewe con Rex Harrison en "My Fair Lady" y con Lee Marvin en "La leyenda de la ciudad sin nombre". Qué vestuario, que canciones, que Vanessa Redrage que estaba para mojar pan... y que obertura más hermosa, como todas las demás oberturas de los musicales de los geniales Alan Jay Lerner y Frederick Loewe. Muy bonita.