Mucho ruido y pocas nueces. La película tiene una gran atmósfera y una aura de fascinación que hace que se la valore quizás más de lo que merece. En general el guión es pútrido y lleno de topicazos de manual, quizás con la única excepción de la doble lectura que ofrece el personaje de Stefan, cuya historia merecía un mayor desarrollo ya que es infinatamente más interesante que la historia de su novia y la condesa Bathory. En el reparto actoral, están todos más o menos bien destacando sobretodo a Delphine Seyrig que logra dotar de una elegancia y fascinación inusitada a la condesa. Poco más que reseñar, bueno si, el final es apoteosicamente ridiculo.