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Caramelos, cigarrillos y colmillos

Relatos Dreamers

     ASI COMIENZA MI HISTORIA
     Seguramente podría haber hecho caso omiso de los comentarios de ese matón en cuanto a mi virilidad… pero no lo hice. Aquella sensación que inundaba mi cuerpo me había conducido, la mayoría de las veces, a una situación cuanto menos incómoda. Me acerque tranquilamente, intentando controlar las ganas que tenía de partirle la botella de cerveza en la cabeza, mandé un poco de sangre a mis brazos y me puse justo delante de él. El bravucón sonreía, intentando burlarse de mí, cuando se dio cuenta de que era bastante más alto que yo. Después echó una mirada a su alrededor para comprobar que todo el mundo del antro tomaba buena nota de su actuación. Cuando volvió la cara hacia mi se encontró con la mirada más fría que pude dedicarle en ese momento y dos filas de dientes tan apretados que casi no se veía donde acababa una y donde empezaba la otra. Le cogí de las solapas de la cazadora de cuero y le levanté sin demasiado esfuerzo. “¿Te crees muy gracioso?”. El tipo pareció sorprenderse pero reaccionó rápido y me apartó de él, yo pagué, cogí mis cosas y me dirigí a la salida mientras el tipo intentaba explicarse cómo un piltrafilla como yo le había levantado en vilo con aquella facilidad. Cuando llegué a la puerta escuché una voz que gritaba: “¡Si! ¡Vete antes de que te dé una paliza!”. Me giré y contesté: “¡Acaso no vienes…! ¡Te espero fuera!”.Añadir Anotación
     Te puedes imaginar como acabó aquello. Unas cuantas costillas rotas, una nariz con la misma suerte y el orgullo y prestigio de aquel “mamut” por los suelos. Yo gané algo. La próxima vez que me vea alguien de los que estaban en aquel bar se lo pensará dos veces antes de meterse con el que tumbo de tres golpes a Rico “el toro”. Esta es la forma más rápida de ganarte el respeto en las calles… y algún que otro enemigo. Pero eso no me preocupa.Añadir Anotación
     Volví a mi despacho. Llevaba 17 años en este trabajo y no me cansaba de recibir las típicas notitas por debajo de la puerta. Unas de mi exmujer, advirtiéndome de que, si no le pasaba la pensión, iría al juez. Por suerte se casaba en un mes con un pobre hombre que no tenía ni idea de donde se metía y eso me liberaría de aquella verdadera vampiresa que me había estado chupando la sangre durante diecisiete largos años. ¡Por Dios, hasta después de muerto no me dejaba descansar en paz! Otras notas eran de clientes interesados en mis servicios. Estas eran las menos. Pero había otras que me gustaba y a la vez me preocupaba recibir. El príncipe Lodin tenía una manía que no me terminaba de agradar: exigir mi presencia sin contar con mis planes. Pero qué iba a hacer yo. Cumplir sin rechistar era la única forma de que se fijara en un tipo que, como yo, procedía de un linaje de “no muy alta cuna” y resulta que a diferencia de lo que pensaba en mis primeras noches como Caitiff, este hecho tenía bastante importancia.Añadir Anotación
     Aquella noche recibí una de esas, pero será mejor empezar por el principio…
     
     COMENZANDO CON BUEN PIE
     Desde que salí del orfanato había querido ingresar en la policía. Tal vez para ganarme ese respeto que se me había negado en su interior. Por fin, a los veintidós, mi sueño se había hecho realidad tras entrar en la comisaría recién salido de la academia… Todo iba bien pero, como a lo largo de mi vida, las faldas me perderían.Añadir Anotación
     Acababa de casarme cuando entré en la comisaría y a los tres años ya no podía seguir con una relación como aquella. Mis problemas conyugales parecieron desaparecer cuando conocí a una dama que reunía todo lo que yo buscaba en una mujer para mantener, de buena gana, una relación. Una relación de sexo y poco dialogo, por supuesto, pues, tras tres años de matrimonio había llegado a la sensata y acertada tesis de que solo hay algo mejor que una mujer con la boca cerrada… y es una mujer con la boca ocupada en otros menesteres. Se podría decir que siempre he tenido buena mano con las mujeres y ella quería salir de la monotonía de su matrimonio, así que no fue difícil conducirla hasta la puerta del motel y que ella misma la abriera. Lo que aun no entiendo es como tanto mi exmujer como su marido se enteraron tras sólo dos semanas de engaños. No nos había dado tiempo ni a cansarnos el uno del otro. Sólo había un problema, pues el divorcio se lo di a mi mujer con mucho gusto, y era que el marido de “la diversión” se llamaba como mi capitán. A los dos días me encontraba saliendo de la comisaría con la reputación de ser el responsable de los cuernos del jefe, la cabeza bien alta y tres años de mi vida como policía resumidos en una caja de embalaje. En ese instante decidí que por libre no tendría que dar cuentas a nadie por mis actos. ¡Montaría una agencia de detectives! Bueno… detective.Añadir Anotación
     
     SIEMPRE SON LAS FALDAS
     Los primeros tiempos fueron duros. Entre el alquiler, la pensión de mi mujer y la falta de clientes no me llegaba ni para las balas del revolver. Pero, como la esperanza es lo último que se pierde, decidí aprovechar el tiempo y hacerme conocer por los bajos fondos. Aprender lo que como polis no se puede o, mejor dicho, no se debe aprender. En unos meses tenía informadores fiables y a mi mujer colgada de la yugular para que la diera la mensualidad. Todo mejoró el día que una mujer llamó a mi teléfono de madrugada:Añadir Anotación
- ¿Sabe guardar un secreto señor Snaider?
- Me dedico a destaparlos pero también sabré guardar uno si usted me ayuda a llenar mi depósito y pagar algunas facturas.
- Por eso no se preocupe. Mañana me pasaré a esta hora. Mi nombre es Helen.
- Helen, claro que me preocupo. Te espero ansioso.
A la noche siguiente me sorprendió lo que yo llamaba “una de esas mujeres que al verla te alegras de que no sea de la familia”. Pelo negro azabache, piel morena, ojos verdes y unas curvas de las que te podías despeñar en cualquier momento. Abrió la puerta y entró. Su movimiento de caderas me hizo esperar una música de bongos con cada paso. No ocurrió más que en mi imaginación, como también pasó un: “Ésta va a ver mis sabanas como que me llamo Teodor Snaider”.Añadir Anotación
- Espero que no sea un problema que nos veamos a estas horas.
- No se preocupe, soy un animal nocturno.
- Me agrada oír eso. Mire esto.
Introdujo su mano en el bolso y saco un sobre lacrado. Me lo acerco y preguntó mi opinión. Le eché un vistazo detenido y, dejando que la mujer pensara que aquello no era una ciencia exacta y que yo estaba deduciendo cien mil datos rebuscados, cogí mi libreta, la abrí y apunte: “serpientes mordiéndose”. Aquel símbolo que aparecía en el lacre lo había visto en la puerta de un garito nuevo en la peor zona de Chicago.Añadir Anotación
- ¿Puedo abrirlo?
- Adelante.
Una nota y un pedazo de barro.
“Señorita Helen. Le informo que a menos que su señor hable con el príncipe de la ciudad y nos permita una tranquila estancia y libertad absoluta, tendremos que hacer trizas su corazón. Firma Vinny SL. PD: Tiene tres días para contestar. Nos pondremos en contacto.” Aquello me sonaba a lenguaje medieval, pero supuse que aquella jerga sería un código, o algo parecido a “el polluelo sigue en el nido…” que se utiliza en las películas.Añadir Anotación
- ¿Qué quieres que haga con esto?
- Quiero que encuentre una vasija de barro que ha sido robada a mi jefe por unos maleantes.
- Serán…
- Le daré dos mil dólares si no habla con nadie de esto.
- … justo lo que iba a decir. ¿Cuándo recibió la nota?
Me contó una historia que me sonó a mentira desde el primer momento, pero el dinero merecía la pena. Unos tipos dejaron la anterior noche esa nota en su casa, lo que me daba dos días, y ella necesitaba alguien “externo” para resolverlo sin miedo a represalias. Aquello no era trigo limpio, pero el dinero es una buena venda para los ojos y la moral…Añadir Anotación
- La informaré cuando lo tenga. Hasta entonces.
- Es de suma importancia, señor Snaider, que no abra la urna. Y algo más que el dinero podría ser suyo como recompensa.
Se levantó y se fue junto con sus bongos. Aquello me había dejado un sabor de boca agridulce pero me gustó la última insinuación. Aquello tenía futuro. Monté en mi Cadillac y fui hacia el antro donde recordé haber visto a las sierpes.

     UNA SERPIENTE DE CARAMELO
Llegué a la media hora. Era un sitio de los de gorila en la puerta y fila de veinte personas, y, teniendo en cuanta que acababa de abrir, todavía no tenía amistad con el armario que guardaba la entrada. No me dejó entrar. Decidí jugar fuerte.
- Vinny me ha llamado.
La cara del tipo cambió y entré como si fuera un tipo con tarjeta VIP. El antro tenía mucha clase. Oscuro, lleno de mesas con tipos extraños y una negra cantando canciones lentas y sensuales en un escenario en el lateral. No vi más puertas que la principal y la parte trasera del escenario. Hacia esa me dirigí con el nombre de Vinny como llave y deseando no encontrármelo y soltarle un “Vinny me ha llamado…”. Cuando la solista terminó su actuación y el foco se apagó subí al escenario como algún trabajador del local y me colé. Me protegí tras los aparejos del telón de las miradas de dos tipos con pinta de muertos y cuando pasaron de largo seguí metiéndome en la boca del lobo.Añadir Anotación
Estaba amaneciendo en una ventana cercana cuando llegue a una puerta con un tipo protegiéndola. No se protege una puerta que tiene un candado a menos que halla algo importante dentro. Me acerque al tipo.
- ¿Cómo te llamas, muchacho?
- ¿Quien coño eres tú?
- ¡Un tipo al que no le gusta que le lleven la contraria en su local!
Mi impresión había sido acertada: el tío era casi más nuevo que yo en aquel sitio.
- Perdone, soy nuevo.
- No importa, pero ábreme la puerta.
- ¿No debería tener usted una copia de la…?
- Muchacho, te he perdonado ya una hoy. No hagas que me arrepienta.
El chico abrió muy rápidamente la puerta cuando olió el aroma de la cola del paro en su chaqueta. Entre y allí estaba. Una urna de barro a la que le faltaba un pedazo. La metí en una bolsa de basura, la envolví con mi gabardina y salí de la habitación diciéndole al chico que cerrara la puerta y se fuera a tomar algo. Cuando se quisieron dar cuenta, yo ya estaba en mi casa, mirando la urna y sin abrirla, como me dijo Helen.Añadir Anotación
La llame y me saltó el contestador. Me acosté. Había sido más fácil que quitarle el caramelo a un niño y mi cuenta iba a engordar mucho… y seguramente Helen vería mis sabanas…
Cuando desperté alguien llamaba a la puerta. Eran las nueve de la noche y en mi cabeza retumbaba la música de bongos. Abrí la puerta y allí estaba la causante de mis fantasías.
- ¡Lo tiene ya!
- Si
- ¿Dónde está?
- Espera. Mi dinero.
- Aquí está.
Lo sacó en un sobre y lo conté sin sacarlo del todo.
- Pasa.
La urna estaba sobre mi cama, así que la lleve hasta allí. Tomo la urna y la abrió. Su rostro mostró una grata sonrisa.
- ¿Cómo lo ha conseguido tan rápido?
- Me muevo mucho. Ahora que ya tienes lo que querías y yo tengo parte de lo que me corresponde… ¿Me darás el resto?
- Ahora se lo digo.
Sacó un móvil del tamaño de un ladrillo y llamó.
- Ya lo tengo. Sobre el otro tema que le comenté. De acuerdo. Entendido.
“¡Acaso necesita que su madre le dé permiso!” pasó por mi cabeza en ese momento.
- Le voy a hacer entrega de algo que solo unos pocos poseen.
Se fue quitando lentamente la ropa.
- Pues que sepas que lo que yo te voy a dar lo han probado muchas.
Casi me arranqué la camisa de cuajo.
Fue la mejor sesión que he tenido en mi vida. Aquella mujer era, lo que yo llamo, “una amazona como Dios manda”, y, además, insaciable en dar placer. Cerré los ojos y me dejé llevar por un placer como nunca había sentido.

     UN DURO DESPERTAR
Cuando levanté un párpado estaba solo. Me levanté, empecé a vestirme y me sorprendió el hecho de que llevaba dos minutos sin respirar y no me había desmayado. Intenté respirar pero me resultaba más difícil que no hacerlo. Intenté tranquilizarme. Fui al despacho y encontré una nota con una rosa encima. Me senté y la leí: “Le he dado un don. Si quiere que le expliquen por que no respira, pero vive, o por que siente ese gusto a sangre en su paladar, vaya al edificio Norden y pregunte por Jeremaia esta misma noche. Afectuosamente suya, Helen. PD: Me gustaron sus sabanas.”Añadir Anotación
No esperé y me planté en el Norden buscando al tal Jeremaia. Un tipo que respondía al nombre me llevó a una habitación apartada y tranquilamente me explicó todo como si fuera la cosa más normal. No me lo creía. No podía ser cierto. Exigí ver a Helen, pero me dijo que ella estaba ya muy lejos y que por esa razón yo era un Caitiff. Un “sin clan”. Un bastardo.Añadir Anotación
Los diez años trabajando para humanos y Vástagos habían sido muy fructíferos y el ser un vampiro me había salvado de más de una muerte segura. Esto me había dado una buena reputación de tipo duro en las calles y ese respeto era el que llevaba buscando desde hace cuarenta y dos años. Esta es mi historia. Ahora seguiré donde lo deje.Añadir Anotación

     DE VUELTA AL PRESENTE
Leí la nota del príncipe y fui a verle…
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By Alfonso Santos (alias Gregori Tremere, alias El Tio Turas)

Grigori Tremere, 15 de Febrero de 2006
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