Una torva sombra caminaba cabizbaja alrededor del museo. De cuando en cuando se detenía, apoyaba una mano negra como el carbón sobre la pared, tanteaba el terreno y luego seguía caminando. -No vas a encontrar nada- dijo una voz sensual a sus espaldas. -Selina- murmuró la voz gutural de la sombra. Catwoman se había enfrentado demasiadas veces a Batman como para temerle. El murciélago había llegado a tal nivel de confianza en ella que incluso le había confesado su identidad secreta. -Ya he investigado todo lo que he podido- explicó Catwoman, acercándose con tranquilidad a Batman-. Ni puertas ni ventanas forzadas, el sistema de alarma no ha sido desactivado. Quienquiera que haya hecho esto, es un fantasma o demasiado bueno. -¿Has investigado el tejado?- preguntó Batman. -Por supuesto, con Robin. Si entró por ahí, y no he encontrado pruebas que lo demuestren, tampoco sé cómo alcanzó el tejado. Batman alzó la vista y entrecerró los ojos. Pulsó un botón oculto en su capucha, y al instante las lentes efectuaron un zoom digital. -Creo que yo sí. Sacó su batcuerda y apuntó a la cornisa del edificio que había junto al museo. Disparó, pero antes de recoger el cable abrió su capa y tendió su mano a Selina. -Puedo sola, gracias. -Como quieras. El potente motor de recogida de la batcuerda alzó el robusto cuerpo de Batman sin esfuerzo. El murciélago llegó hasta la cornisa, se agarró a ella y se encaramó para llegar a la azotea. Ahora estaba a unos veinticinco metros por encima del museo. Catwoman llegó junto a Batman. Él volvió a tenderle la mano. -Te he dicho que no necesito ayuda. -¿Tienes un paracaídas?- preguntó él. La gata bajó la mirada y bufó, frustrada. Aceptó la mano de Batman a desgana. No estaba en su mejor momento con él. Batman aferró a Catwoman con firmeza por la cintura y saltó. En el aire pulsó un botón en su cinturón, y un negro paracaídas se desplegó a su espalda. Los dos se posaron suavemente sobre la azotea del museo. -Muy bien- inquirió Catwoman-. ¿Se puede saber por qué no has enganchado la cuerda directamente en esta cornisa? El murciélago no respondió. Se limitó a recoger el paracaídas, caminar hacia la cornisa y agacharse allí. -¿Hola?- insistió la gata con la voz cargada de sarcasmo- ¿Me oye alguien? -Asómate y mira. Catwoman se acercó a Batman y se agachó junto a él. -Yo no veo nada. -Toca aquí debajo. Ella le miró con una cierta burlona condescendencia. -Toca por el lado de debajo de la cornisa.- matizó Batman. -Mide tus palabras cuando estés conmigo, cariño- advirtió ella, y luego deslizó la mano bajo el saliente de la cornisa-. Aquí parece que hay un agujero… -Dices que has investigado el tejado con Robin. ¿Utilizó él su batcuerda para llegar hasta aquí arriba? -No, llegamos desde aquél otro edificio… Batman contempló el garfio retráctil de su batcuerda. La primera pista acababa de aparecer. -Así fue como subió el ladrón. Utilizó un equipo especial de escalada, igual que el nuestro.
| |