Me apeé de aquel mugriento vehículo y miré al panorama que tenía delante. Enormes rascacielos se levantaban hasta perderse en la marrón capa de polución que aquella ciudad respiraba .Era una ciudad bastante deprimente, bastante sucia y fea. -¿me vas a pagar hoy? Bajé la vista y miré al hombre gordo y grasiento que conducía el coche, que me miraba con ojos avaros y me pedía 30 gwels, nada menos! Le pagué. Debía dirigirme a unos rascacielos llamados “los miradores”, que según las instrucciones que me habían dado deberían de estar a mi derecha. En concreto tenía que ir al mirador nº 6. Miré a mi derecha y , en efecto, allí habían rascacielos (todos los edificios de la ciudad eran rascacielos) pero no encontré 8 idénticos como me habían asegurado que vería. Caminé a lo largo de la ancha avenida y decidí preguntarle a alguien el paradero de “Los miradores”. Como tenía prisa porque ya eran las 8.40 pm me acerqué a la primera persona que ví, a una mujer que llevaba en brazos a dos críos. -perdone, ¿sabe donde están los edificios “los miradores”? Me miró de arriba a abajo. - No está lejos de aquí, como a 3 manzanas. .Siga todo recto y gire a la izquierda en la primera bocacalle. Después ya los verá. No hay pérdida. Le di las gracias y continué con prisa. La mujer hablaba con un acento raro, nunca lo había oído antes. También me llamó la atención que la gente se me quedara mirando de aquella forma tan rara al verme hablar con ella. Aparté esos pensamientos de mi cabeza, no tenía tiempo para eso. La gente de esa ciudad era muy extraña. Por un lado habían pobres tirados en la calle y pidiendo, muchísimos, todos con niños pequeños y bebes, supongo que para dar más lástima. Bebes, muy quietos, demasiado. Y por otro lado, gente bien vestida, con mirada despectiva y conduciendo imponentes coches que paseaban con orgullo por las calles de la ciudad. Ya había llegado. Aquel era el mirador nº 6, un edificio enorme, altísimo, una estructura de acero y cristal ahí alzada en frente de mí. De repente alguien me tocó el hombro. Era una mujer de unos 30 años, de piel negra y bastante gordita y me dedicaba una amable sonrisa. -Usted debe de ser la señorita Swank. - Mejor llámame Kerry, y me gustaría que me tutearas, que si no me siento muy vieja. Se rió amablemente. - Muy bien Kerry, yo soy Nane. Bueno, te tengo que enseñar tu apartamento. - ¿Voy a vivir en el mirador nº 6?- No me podía creer que aquel magnífico edificio se iba a convertir en mi hogar por un tiempo – y eso que me habían advertido que iba a vivir en una zona bastante pobre de la ciudad. -Se aprecia fácilmente que eres nueva aquí. Eso que ves ahí es solamente una parte del mirador nº 6.
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