Se le caía la baba cuando la veía de aquella forma. Le había costado mucho, porque a ella no le gustaba ir así, se veía demasiado extraña. Pero, por hacerle feliz, lo que fuera.
"Madre mía, ¡¡cómo está!!" - pensaba Ôtani, con los ojos desorbitados.
Nunca se acostumbraba a esa imagen tan sexy, y, uf, cada vez que la imaginaba se ponía peor.
Risa estaba nerviosa, se notaba a la legua, pero ya no hacía aspavientos extraños ni caras ridículas. Le miraba de reojo, con las mejillas enrojecidas de vergüenza ; mordiendose el labio por su inseguridad, no se daba cuenta de que que despertaba *miradas de deseo* en Ôtani.
El chico tomó aire y avanzó hacia ella, que se había sentado en un banco de piedra a su vez, en cuanto vió que él daba un paso.
Estaban en el parque de siempre, y sin embargo, parecía totalmente diferente, con ella vestida como una muñeca. Un traje sencillo, de tirantes finos y escote algo generoso, el cabello suelto oliendo a cereza, los labios sonrosados... y ese aire inocente; todo le hacía vibrar.
Se acercó a ella, que temblaba, y sonrió levemente. Acercó su mano a la pierna de ella, acariciandola mientras le daba un beso muy lento. Y sus manos subieron un poco más, acariciandole el suave muslo... y los besos fueron algo mas prohibidos, perdiendose cada uno en sus sentidos....
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