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Sinopsis | Un hombre consigue no envejecer al hacer un pacto con el diablo, sin embargo si que lo hará su retrato, en el que se reflejarán todos los actos que haga.
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Crítica | Puntuación del crítico: 9 |
Me contemplo en el espejo intentando descubrir cuáles de mis rasgos representan mi maldad: esos surcos entorno a los ojos, mudos testigos de inquietas noches en vela; ese mentón crispado, como frustrado intento por silenciar la conciencia o esa pareja de canas extraviadas, nacidas de la rabia contenida ante escandalosos remordimientos.
¿Has sentido alguna vez terror ante tu propio reflejo? ¡Obsérvate entonces con mayor intensidad! Si una mirada intensa nos puede turbar, temiendo violar una intimidad ajena, al volcarla sobre uno mismo nos desnudamos ante nuestra propia honestidad. Frente a un espejo, desaparece de tus ojos cualquier velo pusilánime o fingida pose, cuya farsa deja de tener sentido. No hay escapatoria posible. Pero ¿seguro que quien mira eres tú? Surge el pánico. ¿Te reconoces?
´El retrato de Dorian Gray´, consolidado paradigma del atormentado sentimiento romántico, recrea el enfrentamiento de un apasionado hombre con su alma, vía un cuadro capaz de absorber el peso de los años y, con la edad, el de los pecados cometidos.
El joven protagonista inspira, primero, admiración, por su involuntario magnetismo, por su apostura, por su misma esencia traslucida en sus vigorosos aunque ingenuos sueños románticos. Basta un desengaño para que pase a infundirnos cierto respeto, que más propiamente debería definirse como sutil temor. Encuentra su impulso vital en su propio ombligo, regado de un cierto hedonismo fundamentalista. El cultivo de las pasiones y sensaciones suele tener efectos policromáticos, difíciles de aprehender y esclavizantes, por lo que la degeneración parece adquirir especial viveza. No es extraño, entonces, que nuestro inicial respeto, y temor después, derive hacia una triste compasión por el personaje, atrapado por su propia arrogancia y por las cadenas de su espiral de deseo. Paradójicamente, la evolución del personaje le conduce hacia el principal defecto que desde siempre había intentado evitar: el patetismo.
Dorian Gray es la revisitación del narcisismo más puro, reduciendo el mundo entero a aquello que sólo él pueda percibir y manipular. No basta la presencia del arte como explosión de creatividad por terceros, la variedad de fragancias como aromas milenarios regalados por diferentes culturas o la evolución de sus amistades como conciencias individuales, en cada átomo que le rodea Dorian debe dejar su sello, normalmente arrastrando a la perdición a quien cede ante su influencia. Hablamos del tutor absorbente, del amante sádico, del socio despótico, del amigo deslumbrante. Cualquier interacción con sus semejantes se convierte en un acto de subyugación. Pero es fácil amar a Dorian Gray, para después odiarlo y, finalmente, compadecerlo. Hay muchos que se quedan a medio camino...
Me miro al espejo y percibo un extraño rictus en mi boca, un esbozo de pícara sonrisa de quien se debate en la incertidumbre entre la pérdida de una brizna más de inocencia y el despertar del placer por lo perverso. Alzo la vista sobre mis pupilas y penetro rabioso en la profundidad del iris, esperando respuesta a una pregunta que no he acabado de formular ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... súbitas lágrimas me fuerzan a dejarlo para mejor ocasión y mientras me giro hacia la puerta creo percibir que mi reflejo se mantiene de frente, aún mirándome, aún preguntándose si tal vez ha llegado ya la hora.
- CRÍTICA DE UN USUARIO (JAVIER) DE DOOYOO.COM, con la que estoy de acuerdo -
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-Nancy- | |
Ficha de Libro enviada por Nancy el 7 de Septiembre de 2005 |
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