Jorge Roberto Ogdon
Ojo
de Horus
A
modo de introducción
Para la persona
familiarizada con la Arqueología, la Antropología, la
Historia en general y la Historia de las Religiones en particular,
la obra literaria de Howard Phillips Lovecraft es pletórica
en nombres de lugares y personajes míticos que, a veces, son
reconocibles por sí mismos (p.ej., en Dagon [1917]), o por
el papel que juegan o representan en la trama del relato (p.ej., Nyarlathotep
como mensajero divino o intermediario entre mundos, al estilo
del Hermes-Mercurio clásico, como señalara el Dr. Henry
Armitage en un reciente foro de la Nueva Logia del Tentáculo),
o en la concepción del denominado "panteón"
(1) ultraterreno que el genio de Providence concibiera.
Esto no resulta novedoso para los lectores asiduos de su obra, especialmente
desde la aparición de la "edición Simon" del
maldito Necronomicon, (2) en donde la influencia
de la demonología súmera o sumeria en la de Lovecraft
se demuestra como bastante profunda. El "clasicismo" que
caracterizó los gustos del autor es, igualmente, bien conocido:
desde su admiración por El Gran Dios Pan de Arthur Machen
- y véanse sus propios comentarios en Supernatural Horror
in Literature [1926] (3) - , hasta el empleo
de ambientaciones y deidades latinas o grecorromanas en algunos de
sus cuentos (p.ej., Hypnos [1922], que evoca al dios griego
del dormir - recordemos que el dios de los sueños, en
realidad, era su hijo Morfeo -; o la fatídica letanía
escuchada por el detective Thomas F. Malone en The Horror at Red
Hook [1925], con sus referencias a Mormo y Gorgo, deidades nocturnas
temibles, y el propio tono de carmina romano que destila todo
el encantamiento).
Mi propósito actual es el de presentar algunas notas acerca
de la presencia de elementos atribuibles al antiguo Egipto faraónico
en la obra de Lovecraft, con el fin de contribuir a una mejor comprensión
de su contenido y de su background cultural en este sentido:
es bien sabido que Lovecraft había sido un infatigable lector
de todo lo referido a las grandes civilizaciones del pasado, de las
cuales, indudablemente, extrajo muchos elementos inspiradores. Las
primeras notas referirán a ciertos temas específicos,
y las siguientes a una evaluación general del relato Encerrado
con los faraones [1924], que escribiera en co-autoría con
el famoso escapista Harry Houdini. (4)
§
1. El rey Kefrén no le era extraño
Kefrén
En el cuento breve llamado The Outsider, (5)
Lovecraft da un giro inesperado al argumento de este relato acerca
de la penosa ascensión del protagonista desde su tumba-castillo
hasta el mundo de los vivos, cuando, luego de ver cómo aquellos
huyen en terror pánico ante su presencia en medio de una fiesta,
el mismo cree que ha sido por alguna monstruosidad que le acompaña
o que ronda por allí, hasta que un espejo le enseña
la cruda realidad. Esta última revelación, sin embargo,
se produce al concluir el penúltimo párrafo del cuento,
que pareciera ser una aparente disgregación del meollo del
relato, en donde, después de haber visto el reflejo del aterrorizador
ente y reconocer su identidad, el protagonista dice:
Ahora
cabalgo en compañía de burlones y amistosos espíritus
necrófagos a lomos del viento nocturno, y de día me
entretengo entre las catacumbas de Nefren-Ka, en el oculto e ignoto
valle de Hadoth, en el Nilo. Sé que la luz no se ha hecho
para mí, salvo la luz de la luna sobre las rocosas tumbas
de Neb, y no me es dado disfrutar de diversión alguna, excepto
los inefables festejos de Nitocris celebrados bajo la Gran Pirámide.
Pero en mi nuevo estado de salvajismo y libertad casi di la bienvenida
a la amargura que representa ser un extraño en la Tierra.
(6)
De esta cita entresaco
los elementos Nefren-Ka, Hadoth en el Nilo, Neb y Nitocris,
de los cuales dispondremos fácilmente de dos de ellos: (a)
Neb no es una localidad reconocible del antiguo Egipto y tampoco
existe un cementerio de tal denominación. El término
en sí mismo es, sin embargo, auténticamente egipcio
antiguo: puede ser un sustantivo común con el significado
de "poseedor/propietario (de algo/alguien), señor",
siendo corriente en epítetos divinos o regios; p.ej., neb
pet [nb pt], "Señor (del) Cielo", atribuido primariamente
a las deidades solares. Por extensión, es una denominación
del soberano egipcio, especialmente durante el Reino Antiguo - precisamente,
el período durante el cual reinó Kefrén, sobre
quien ya retornaremos -; p.ej., en el circunloquio neb-i [nb.i],
"Mi Señor (i.e., el rey)", muy frecuente en las inscripciones
sepulcrales de los nobles de la época y tiempos posteriores.
Igualmente, puede tener el sentido de "todo, cada (cosa/persona)",
en cuyo caso continúa al sustantivo que modifica. Así,
tenemos que Lovecraft, conciente o inconscientemente, usó una
palabra egipcia antigua genuina para designar un sitio inexistente
o, al menos, totalmente desconocido para los egiptólogos actuales.
(b) Hadoth en el Nilo es otro lugar del cual los estudiosos
nunca han oído hablar. La forma del toponímico no me
parece egipcia antigua en lo más mínimo, sino que más
bien suena a hebreo (sin asegurar nada al respecto, por supuesto).
Considero que esta denominación, desde el punto de vista egiptológico,
es una licencia literaria de Lovecraft, pero nada puedo sugerir sobre
la fuente de inspiración originaria.
Pasemos ahora a los dos nombres restantes: Nefre-Ka, como salta
a la vista, y si realmente fuera egipcio antiguo, es un término
compuesto por dos palabras interrelacionadas en un caso de genitivo
directo, lo que determinaría que ambas son formas sustantivas
o nominales. La segunda palabra, Ka, ciertamente es egipcia antigua,
y reconozco en ella a la voz ka [kA], que designa un aspecto
o componente de la naturaleza humana, al que los estudiosos suelen
traducir como "doble etéreo" o "energía
vital". Personalmente, pienso que refiere al aura o cuerpo
áureo del que hablan las tradiciones orientales, la cual,
actualmente, se identifica con la energía electro-magnética
generada por los cuerpos físicos vivos (llamada "fuerza
X" en la medicina occidental moderna), y que se conoce popularmente
como "bioenergía. (7) Siendo que el ka
ha sido frecuentemente mencionado en la literatura egiptológica,
tanto la especializada como la destinada al gran público, ya
desde fines del siglo XIX, no me parece nada extraño que Lovecraft
conociera el término, y, quizás, su significación
genuina, a partir de sus lectura acerca de civilizaciones y religiones
antiguas.
Templo
de Luxor
Muy otra cosa es la primera palabra de la combinación: Nefren.
Tal como aparece, no existe un correlativo egipcio antiguo; sin embargo,
creo que, en este caso, Lovecraft ha jugado con el nombre propio del
rey Kefrén, constructor de la Segunda Pirámide
de Guiza y probablemente aquel cuyo rostro aparece en la Esfinge ubicada
en el mismo sitio y relacionada a su complejo piramidal. En este sentido,
es obvio que Lovecraft ha sustituido la K inicial de Kefrén
por una N, y, por lo tanto, creo que el autor se ha limitado
aquí a realizar simplemente una deformación del nombre
de marras. Existe otra posibilidad, aunque es muy remota: que la estructura
consonántica represente, en realidad, a la partícula
negativa nfr-n (= nefer-en } Nefren), "no (es), no (existe)",
que luego pasó a denotar la noción de "cero"
en la notación matemática de los antiguos egipcios.
(8) De este modo, el nombre compuesto Nefren-Ka
podría entenderse, literalmente, como "no (existe) el
aura", o, mejor aún, "inexistencia del aura",
y referiría al supuesto lugar que denomina como un sitio nefasto
y ominoso, ya que, en las concepciones egipcias, la carencia o falta
de un ka, que era para quien se hacían las ofrendas
mortuorias, conllevaba la irremediable "muerte espiritual"
de la persona fallecida - y notemos que el protagonista es un "espíritu
maldito" -. Pero confieso que esta última opción
es más bien una especulación personal que una ideación
del escritor de Providence. Y hay algo que me confirma que, realmente,
sólo se limitó a deformar el nombre propio de Kefrén,
lo que nos lleva a considerar el nombre Nitocris, última
referencia al Egipto antiguo en el breve párrafo en consideración
aquí.
Tutankhamon
El mismo efectivamente refiere a una reina de existencia real,
llamada en egipcio antiguo Neit-iqeret [Nit-iqrt; Nitocris
es la forma griega], que figura en las listas de reyes nativas como
la última soberana de la Sexta Dinastía (circa 2200
a.C., fines del Reino Antiguo), por ejemplo, en el Canon Regio
de Turín (papiro Museo Egizio de Turín n° 1874).
Lovecraft (o su co-autor Houdini) se hace eco, al atribuirle una esencia
"vampírica" muy notoria en Encerrado con los faraones
(9), de la leyenda árabe acerca de una fantasmagórica
mujer, quien, en las noches de luna llena, ronda alrededor de las
pirámides de Guiza, ya sea - según las versiones - para
chupar la sangre de algún imprudente o despistado visitante,
o para arrojarle a las profundidades de un pozo sin fondo. (10)
Por otro lado, adhiere a la tradición transmitida por Heródoto
de Halicarnaso (11) sobre la reina que, habiendo
enviudado a causa de las intrigas palaciegas, reunió a sus
enemigo para un gran banquete en una sala subterránea de la
pirámide de su consorte asesinado, y, en el transcurso de la
jarana, mandó abrir las puertas-trampa de canales conectados
al Nilo, inundando el recinto y ahogando a todos, ella incluida. Pero
esta historia refiere, en verdad, a la mujer del rey Menes,
el mítico fundador de la Primera Dinastía egipcia, actualmente
identificado con el soberano Hor-Nârmer, y no menos de
800 años anterior a la verdadera Neit-iqeret/Nitocris.
Y es precisamente esta asociación harto evidente entre Kefrén
y Nitocris en Encerrado con los faraones, la que me lleva a
creer que, en The Outsider, el toponímico Nefren-Ka
no es sino un primitivo antecedente de la misma, y que dicha relación,
en aquel cuento, no fue sino una oportunidad para reafirmar y enriquecer
una idea anterior, ya expresada, de manera algo difusa y vaga, en
The Outsider, que escribió (o publicó, los más
expertos en esto dirán) tres años antes.
Volveré sobre Kefrén al momento de evaluar Encerrado
con los faraones.
Especial para Nueva Logia del Tentáculo.
© 2001, Jorge R. Ogdon. Queda hecho el depósito que marca
la Ley N° 11.723 de Propiedad Intelectual de la República
Argentina. Es propiedad.
Director del Centro de Estudios del Antiguo Egipto,
Buenos Aires, Argentina.