Jorge Roberto Ogdon
Ojo
de Horus
HPL
en Guiza (1922)
fotomontaje
© 2002, Andrea Bonazzi
En
1924, cuando todavía no se habían acallado los ecos
del hallazgo de la tumba del rey-niño Tutânjamon por
Howard Carter y Lord Carnarvon, (1) apareció
en Weird Tales, bajo el título de Imprisoned with
the Pharaohs, un cuento corto firmado por el famoso escapista
Harry Houdini. (2)
Actualmente,
cuando es publicado, el cuento lleva la firma de éste y la
de su colaborador: Howard Phillips Lovecraft, reconociendo que la
médula horrorosa del relato tiene mucho que deber al genio
de Providence.
No así la idea, al parecer, aunque algunos digan que la obra
fue completamente desarrollada por el escritor americano debido a
un encargo expreso de Houdini. (3)
Portada
de Weird Tales, Mayo-Junio, 1924
foto
© Weird Tales
La
historia es bastante diferente, si se tiene en cuenta una carta del
propio Lovecraft, fechada el 14 de febrero de 1924 y dirigida a su
amigo Frank Belknap Long, que dice: (4)
"Se
trata de algo completamente nuevo; reescribir un extraño relato
que el mago Houdini contó a Henneberger (el
editor de Weird Tales);
un relato al que tengo que dar forma y desarrollar, y que aparecerá
como la colaboración conjunta de Houdini y H.P. Lovecraft...".
Es
claro, como lo confiesa el mismo autor, que la idea germinal procedía
de Houdini, y que él tuvo que darle "forma y desarrollar".
En esa misma carta, Lovecraft escribe:
"...
me estoy documentando con la topografía de El Cairo y de Guiza,
localidad donde se sitúa el relato, y especialmente con el
singular subterráneo situado entre la Esfinge y la segunda
pirámide y conocida como Tumba de Campbell". (4)
La lectura del relato depara un par de sorpresas al lector, y, en
especial, a aquel familiarizado con el antiguo Egipto; si bien tal
emoción no debiera suscitarse, recordando que Lovecraft era
entendido en materia de arqueología, religiones comparadas
y antropología cultural, y a que el Egipto de los faraones
no estuvo nunca lejos de su fértil y creativa mentalidad.
Más bien, la sorpresa viene por el lado de que, precisamente,
hay partes del cuento que parecen extraídas literalmente
de una de aquellas guías turísticas tan en boga a fines
del siglo XIX y principios del XX, como la alemana Baedeker
y sus traducciones. (5)
Estas "secciones" son tan diferentes a los párrafos
que relatan la trama perversa del argumento, que, a mi parecer, difícilmente
pueda negarse una intervención directa de Houdini, posible
responsable de la exigencia impuesta a Lovecraft por Henneberger,
en cuanto al "carácter realista del relato". Y esta
paternidad por la reclamada veracidad del cuento la vuelve a poner
de manifiesto Lovecraft en la referida carta a Long, cuando le dice:
"Será
mi trabajo inventar esos incidentes y darles mi toque más macabro.
Aunque todavía no sé hasta dónde puedo llegar,
pues, según una muestra de la historia de Houdini que Henneberger
me ha enviado, creo que el mago intenta hacer pasar esos eventos à
la Münckhausen por aventuras auténticas. Es una persona
sumamente narcisista". (4)
A menos que Houdini mismo fuera el proveedor de la fuente en la cual
Lovecraft tenía que inspirarse para darle cuerpo literario
a la idea fugaz que se le ocurriera al escapista, lo cual no es impensable;
pongámonos en el cuadro de situación:
Houdini vuelve de Egipto impregnado de entusiasmo por su visita al
país del Nilo, al cual rodeaba, sin dudas, con el aura mística
que cuadra a esa era de romanticismo lírico. Su propia profesión
no podía evitarle el tomar su viaje como un hallazgo espiritual
de transcendencia fundamental en su vida, y quizás ya fuera
en su transcurso que la idea germinal de la trama surgiera en su imaginación.
No me cabe la menor duda que su genuina "guía fiel",
la infaltable Baedecker, volvió con él a América,
y que fue esa una de las principales fuentes usadas por Lovecraft
para "estudiar la topografía de El Cairo y Guiza".
En su correspondencia, Lovecraft habla del tiempo que le tomó
revisar las primeras referencias de Houdini y darse cuenta de la imposibilidad
de dar un cierto viso de "realidad" al meollo del cuento
(caer en un profundo hoyo bajo la Esfinge), ya que la Arqueología,
por ese entonces, se afanaba en asegurar su total inexistencia. (6)
El tour de force se le imponía a Lovecraft, porque el
editor de Weird Tales exigía que la ambientación
se atuviera a la existencia real de dicho entorno. No cabe duda que
la lucidez del ghost-writer le procuró una aguda solución
al dilema, al hacer que la entrada a esa sima, interminable en extensión
y en horrores, se situara en las profundidades del Templo Bajo
de la pirámide de Quefrén, que tenía grandes
ventajas para la trama, ya que conectaba directamente con varios elementos
en juego: la Esfinge, el guía Abdul Reis el Drogman
(que es el disfraz de Quefrén en el relato), y el mismo rey
Quefrén, cuya sonrisa es permanentemente evocada por Lovecraft,
sin duda luego de contemplar alguna imagen de la famosa estatua del
rey, en diorita verde, que le representa sentado en su trono y con
su cabeza abrazada por las alas del halcón de Horus, el cual
se para detrás de su nuca, usando el respaldo del trono a modo
de percha. Es cierto que Quefrén parece, en este retrato suyo,
esbozar una sonrisa sutil y secreta, al estilo de aquella que ilumina
misteriosamente el rostro de La Gioconda de Leonardo Da Vinci,
y que ese gesto puede trocarse, en la imaginación macabra,
en un rasgo de la crueldad que Lovecraft le atribuye al monarca imperecedero
que habita, rodeado de monstruosidades, las entrañas de la
"ciudad de los muertos" en Egipto.
El
rey Quefrén. Estatua de diorita verde, actualmente en el
Museo Egipcio de El Cairo.
Cuarta Dinastía, circa 2560 a.C.
foto
© 1976, Jorge R. Ogdon
Este aspecto "maldito" del rey es una supervivencia del
relato que Heródoto hace de él y de su ancestro, Quéope;
una damnatio memoriae injusta que, sin embargo, gracias al
bardo griego, se ha perpetuado hasta en las películas de Hollywood
y en la mentalidad moderna en general. Obviamente, tales antecedentes
"históricos" - fueran o no verdad - caían
como anillo al dedo para el desarrollo de la trama que Lovecraft estaba
construyendo.
El tema del Templo de Quefrén es subrayado varias veces en
la crónica del desafortunado Houdini, quien en ocasiones repite
creerse en el "templo-entrada de Kefrén", al punto
de identificarlo como "el templo de la Esfinge", un error
aparentemente atribuible a la información suministrada a Lovecraft
por la guía Baedeker de aquellos días, cuando
se pensaba que el genuino Templo de la Esfinge había sido erigido
por Quefrén, in tandem con su templo funerario. Actualmente,
algunos estudiosos creen que el primero es más antiguo que
el reinado de Quefrén, y atribuyen su construcción al
rey Dyoser (eg., Hor-Necherijet) de la Tercera Dinastía
temprana, circa 2680 a.C.
Son varios los elementos tradicionales que Lovecraft ha retenido y
perpetuado en este cuento, algunos de los cuales vienen de la mano
de los cronógrafos grecorromanos y otros de los cuentos árabes
y los relatos medioevales europeos.
La
misteriosa Esfinge de Guiza, atribuida a Quefrén, parece
ser anterior a este soberano. Los egiptólogos continúan
haciéndose la misma pregunta que Houdini: ¿A quién
y a qué representa?
Foto © 1976, Jorge R. Ogdon
Uno
es el espectáculo que servirá de engaño para
atraer al incauto Houdini a la cúspide de la Gran Pirámide
de Guiza, en donde es capturado, vapuleado y luego transportado hasta
el acceso al abismo en el que será arrojado.
El
tópico de trepar hasta la cima de la pirámide de Quéope
(Keops) - el padre o medio-hermano, no se sabe todavía con
precisión, de Quefrén -, era comentado ya por el escritor
romano, Plinio el Viejo, quien dice que era uno de los entretenimientos
más populares que se ofrecían a los viajeros extranjeros.
Esta manera de ganarse unos dineros fue prohibida hace decenas de
años, aunque a principios del siglo XX todavía se realizaban
apuestas clandestinas en las "carreras de las pirámides".
Desconocemos que haya existido, realmente, algún caso de pugilato
en la cúspide del monumento, para esparcimiento o ganancia
de algunos, por lo que esta parte del relato nos parece puramente
fabulada.
Otro motivo es el de la reina Nitocris, que es presentada con un rostro
desfigurado por el roer de "seres de la cripta", y como
compañera de atrocidades de Quefrén. En realidad, Nitocris
es citada como la "hermana de" Menes (eg., Meni),
el tradicional fundador de la Primera Dinastía y el Egipto
Faraónico propiamente dicho, por Heródoto, en sus Historias
II. Euterpe, § 99-100, y en esto también hay un error,
ya que Nitocris fue una reina de fines de la Sexta Dinastía,
esto es, del Reino Antiguo tardío, desvinculada tanto de uno
como del otro rey. Heródoto menciona que había también
una Nitocris que era "reina de Babilonia", lo que agregaría
un toque de "demonización" a la reina egipcia, asociada
a una homónima que regía en la "capital de la perversión"
imaginada por la tradición judeo-cristiana.
Esta atribución aterradora asignada a Nitocris en el cuento
de marras, viene a quedar, a su vez, enlazada estrechamente con una
tradición egipcia de tiempos de la conquista árabe,
allá por el 630 y pico de nuestra era, que fuera luego retransmitida
a Europa por los cruzados sobrevivientes a la Novena Cruzada del rey
Luis IX de Francia.
Este intento por llegar al Santo Sepulcro en Jerusalén, a través
de una "Ruta del Sur", comenzó exitosamente y terminó
en un desastre completo, cayendo el rey y sus nobles en manos de los
musulmanes. Los pocos de su tropa que regresaron contaban las cosas
más increíbles acerca de un país exótico
y plagado de cosas nunca antes vistas por ojos occidentales.
Entre los relatos abundaban los que referían al espectro de
una mujer de afilados dientes que deambulaba, durante las noches de
luna llena, por los alrededores de las "pirámides de Jeezah",
y que, o volvía locos a quienes la veían, o los conducía
hasta un foso en donde eran arrojados para morir, entre las risas
espeluznantes de la malvada aparición. Los árabes hablaban
propiamente de una muerta vampiro, que se alimentaba de la sangre
de los infortunados que eran deslumbrados por su apariencia engañosa
de seductora mujer y llevados a oscuros laberintos donde ella les
mataba y succionaba el líquido vital.
En un caso u otro, la víctima terminaba muriendo bajo la
superficie de la meseta de Guiza, que es el meollo de estas aventuras
de Houdini, junto al ya reconocido tema que busca responder la pregunta:
"¿qué inmensa y repugnante anormalidad representó
la Esfinge originalmente esculpida?", la cual el propio escapista
se hace dos veces en el transcurso del argumento. (7)
NOTAS
[*]
©
2002, Jorge R. Ogdon. Queda hecho el depósito que marca la
Ley de Registro de la Propiedad Intelectual N° 11.723 de la República
Argentina. Es propiedad. Especial para Nueva Logia del Tentáculo.
(1)
Para el hallazgo de la tumba de Tutânjamon, ver i.a. H. Carter,
La tumba de Tutankhamen (Barcelona-Buenos Aires: Editorial
Destino, 1991); Ch. Desroches-Noblecourt, Tutankhamen, vida y muerte
de un faraón (Barcelona: Editorial Noguer, 1963); A.C.
Brackman, En busca del oro de Tutankamón (Barcelona-Buenos
Aires-Santiago: Javier Vergara ed., 1978). No nos parece casual que
el fotomontaje del Sr. Andrea Bonazzi, intitulado HPL en Guiza
(1922) que encabeza esta nota, haya sido fechado en el mismo año
del descubrimiento de la tumba del joven monarca; si no se trata de
un detalle puesto ex profeso por el artista italiano, debe haber surgido
de su inconsciente por alguno de los senderos ocultos que el mismo
tiene para manifestarse.
(2)
Al menos,
así figuraba en la tapa de la revista Weird Tales. No
poseo ni he visto nunca esa edición original, por lo que ignoro
si la ausencia del nombre de Lovecraft fue subsanada en el interior
de la misma, o sólo lo fue en ediciones posteriores. Para la
vida y obra de Houdini, cuyo nombre verdadero era Erich Weiss, ver
i.a. Eloi Nadal, "Ladies and Gentlemen: The Unique, the Incomparable,
the Greatest... Houdini", en Lovecraft Magazine n°
2 (septiembre-octubre 2000), 28-32.
(3)
Nota de
Francisco Torres Oliver a su traducción de este cuento, en
H.P. Lovecraft, El clérigo malvado y otros relatos (Madrid:
Alianza Editorial, 2001), p. 13.
(4)
Esta carta
está citada en el artículo de Yannick Sánchez,
"El escapista y el recluso", publicado en Lovecraft Magazine
n° 2 (septiembre-octubre 2000), pp. 33-4. Los extractos mencionados
aquí proceden de dicha fuente.
(5)
De la
misma opinión es Christopher Frayling en su artículo
(on-line) "Sueños de Nombres Muertos. El saber del Sueño",
en el cual hace un interesante análisis de este relato, al
que define como el primero que Lovecraft escribió basándose
en una experiencia personal ocurrida a un tercero. He conocido esta
nota luego de haber terminado de redactar la propia, por lo que no
se encontrarán comentarios acerca de ella aquí, pero
pienso que, aunque coincidimos en ciertos puntos, su "temario"
pasa por otros carriles que, lejos de rebatirnos mutuamente, nos permiten
complementar nuestras opiniones personales sobre un mismo relato.
(6)
Son curiosos
los giros que toma el Destino para tornar en realidad lo que algunos
hombres han llegado a vislumbrar en sus firmes creencias sobre "leyendas"
ácidamente desmentidas, una y otra vez, por la intransigencia
academicista. En tiempos de Auguste Mariette, hacia 1860, el entonces
flamante Director del Servicio de Antigüedades de Egipto, creado
por el Jedive para este infatigable excavador de monumentos y antigüedades,
intentaba encontrar los "túneles y pasadizos" que,
según las tradiciones nativas, se encontraban bajo la Esfinge
misma. Sus indagaciones - llevadas a cabo por el expedito método
de horadar el cuerpo macizo del monumento - no dieron fruto alguno,
y fue por eso que tal idea se desechó como una mera fantasía
popular árabe de origen medioeval. Sin embargo, los recientes
trabajos realizados por los egiptólogos han revelado la existencia
efectiva de tales "cavidades ocultas" debajo y dentro
del cuerpo de la Esfinge. Véase, por ejemplo, el monográfico
de Selecciones de Misterios de la Arqueología n°
8 - El Egipto Secreto (4) La Esfinge: sueños, hallazgos
y presagios (Madrid, octubre 2000), passim; y los informes
del Dr. Zaki Hawass, on-line en The Plateau.
(7)
Me pregunto
si el cambio de nombre sufrido por el relato, que primero se llamó
Under the Pyramids, pero fue publicado como Imprisoned with
the Pharaohs, no se debió a exigencias de Houdini, quien,
de esta forma, quería significar que las profundidades horrorosas
en las que habitan Quefrén y su cohorte terrible no se encuentra
debajo de las pirámides mismas. La referencia del título
definitivo es directamente a la imagen de los "faraones"
y no a la de sus monumentos. Ya desde este punto, la intención
de quien decidió el título en su forma final fue la
de apuntar a Quefrén como el auténtico "personaje
principal" del cuento. Quiero destacar el importante artículo
del Dr. Edmund S. Meltzer, "La contribución egipcia a
la Literatura Fantástica, Segunda Parte", en Revista
de Egiptología n° 2 (Mayo, 2002) - en prensa -, en
el cual se refiere a este relato y a las tradiciones egipcias en los
que se sustenta, y que, tal como ocurre con el artículo de
Frayling mencionado en la nota 5, complementa y completa nuestros
propios puntos de vista. El artículo del Dr. Meltzer aparecerá,
en breve, en las Colaboraciones de Nueva Logia del Tentáculo,
con todo su aparato crítico, continuando a la parte ya publicada.