Algarabía, risas, mujeres desnudas correteando y escondiendose en esquinas oscuras... una gran fiesta para celebrar el retorno del gran héroe.
Un muchacho joven, apuesto y audaz, que había vencido en una gran batalla contra el más mortífero monstruo ; una hermosa mujer, diosa en sus sueños, que sentenciaba el destino de cualquiera que se le acercara...
Canturreaban su nombre, y la gran hazaña que había llevado a cabo, regalandole un gran banquete, y honores, y vino dulce como hidromiel que quemaba en su garganta haciendole sentir aún más vivo.
- ¡¡Perseo!! - tronó una voz, tenebrosa y firme, y el gran oráculo se le acercó.
Llevaba una pequeña figurita en la mano ; un caballo completamente negro, con cola y crin de cabello blanco, y hermosas alas talladas y pequeñas piezas de cristal engarzadas.
- Te ofrezco esto como presente, tómalo. Fetiche sanador que protegerá tu alma y cuerpo hasta la muerte... -
La honestidad en sus palabras brillaba por su ausencia, pero Perseo lo aceptó con amplia sonrisa, ajeno a las consecuencias de lo que aquello le acarrearía...
Y se perdió en el recuerdo de la derrota una vez más, fijando sus retinas en la decapitada Górgona...
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