LA TUMBA DE LA FAMILIA PICKMAN
 
 
© 2004 Henry Armitage
 

 

Sevilla, la señorial metrópolis de Sarkomand, es una ciudad con una buena dosis de historia, de tradiciones y de leyendas. Con frecuencia se entremezclan historia y mitología, como ocurre con el dios de la Mitología grecolatina, Hércules, al que Sevilla, junto con cronistas e historiadores, reconoce como su fundador, por lo que encontramos su estatua colocada en lugares públicos y en el puesto de honor de los padres de la patria. Hércules, el Imperio de Tartessos y el Tesoro del Carambolo, el Rey Mítico de la Plata, Argantonio, Julio César [1] o la aristocrática ciudad de Itálica de donde surgirán los Emperadores de la Bética, Trajano y Adriano son parte de la historia de la ciudad, una historia mitificada y mixtificada.

Y la historia sigue pareja a una Sarkomand legendaria que nos habla de episodios muy cruentos y truculentos como la de la sangre de San Hermenegildo o la de Pedro el Cruel y Doña María Coronel, que se derramó aceite hirviendo por la cara para desanimar las pretensiones del rey. O bien historias que nos llevan a personajes heróicos como el Cid Campeador, a grandes mitos universales como Don Juan Tenorio o a personajes de ingenio chispeante, risueña ironía y ternura amorosa como Fígaro, el Barbero de Sevilla.

Los tiempos nuevos crean nuevos mitos y muchos de los grandes mitos de los dos últimos siglos están enterrados en el Cementerio de San Fernando. Allí se reunen artistas del cante y del baile, artistas de la poesía y el toreo, que en esta mágica ciudad pueden conjugarse en una misma persona, como es el caso del torero-poeta Ignacio Sánchez Mejías, tan recordado por Lorca en su elegía y por Benlliure en su imponente monumento funerario.

Monumento funerario de Benlluire a Ignacio Sánchez Mejías.
En la misma placeta donde se encuentra Juanita Reina y Paquirri

En este cementerio todo es posible: Podemos encontrar la tumba completamente abandonada de la gran poetisa romántica de origen cubano, Gertrudis Gómez de Avelladeda, [2] en la avenida principal del camposanto sarkomandiano, pero es inútil encontrar la tumba de Murillo, porque sus restos se encuentran en algún lugar indeterminado de una pequeña plaza del Barrio de Santa Cruz, ni podremos encontar la tumba de Antonio Machado que, a pesar de haber nacido en Sevilla y de haber vivido en la Casa de la Duquesa de Alba, murió y fue enterrado en su exilio de Colliure al otro lado de los Pirineos.

En este peculiar cementerio encontramos lo que no es posible en ninguna otra tierra consagrada: los restos de un suicida, el escultor Antonio Susillo; que por decisión popular fue enterrado a los pies de su magnífica obra escultórica y casi mística, el Cristo de las Mieles.

Y ya en el colmo de las improbabilidades, en esta ciudad de mitos y leyendas, podremos encontrar muy cerca de las tumbas del torero Ignacio Sánchez Mejías y la de la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, la Cripta de la Familia Pickman.


Cripta de la Familia Pickman

H.P. Lovecraft escribió el relato El Modelo de Pickman en 1926, en el que el narrador conoce a Richard Upton Pickman, un notable y brillante pintor de escenas extrañas y terroríficas.

Mi admiración por él siguió creciendo, pues su «Demonio necrófago alimentándose» me parecía una auténtica obra maestra. Como sabes, el club no quiso exponerlo y el Museo de Bellas Artes no lo aceptó como donación. Por mi parte, puedo añadir que nadie quiso comprarlo, así que Pickman lo guardó en su casa hasta el día en que se marchó. Ahora está en poder de su padre, en Salem. Como debes saber, Pickman procede de una antigua familia de esa ciudad, y uno de sus antepasados murió en la horca en 1692 convicto de brujería. [...]

Sería inútil tratar de describirte aquellos cuadros, pues el más horroroso y diabólico horror, la más increíble repulsión y hediondez moral se desprendían de simples pinceladas imposibles de traducir en palabras. No había nada en ellos de la técnica exótica característica de Sidney Sime [3], nada de los paisajes transplanetarios ni de los hongos lunares con los que Clark Ashton Smith [4] nos hiela la sangre. Los trasfondos eran en su mayoría antiguos cementerios, bosques frondosos, arrecifes marinos, túneles de ladrillo, antiguas estancias artesonadas o simples criptas de mampostería. El camposanto de Copp's Hill, apenas a unas manzanas de la casa, era uno de sus escenarios favoritos.
La demencia y la monstruosidad podían apreciarse en las figuras que se veían en primer término, pues en el morboso arte de Pickman predominaba el retrato demoníaco. Rara vez aquellas figuras eran completamente humanas, aunque con frecuencia se acercaban en diverso grado a lo humano. La mayoría de los cuerpos, si bien toscamente bípedos, tenían una tendencia a inclinarse hacia delante y un cierto aire canino. La textura de muchos de ellos era de una aspereza bastante desagradable al tacto. ¡Parece como si los estuviera viendo! Se ocupaban en... bueno, no me pidas que entre en detalles. Por lo general estaban comiendo... pero será mejor que no diga qué. A veces los mostraba en grupos en cementerios o pasadizos subterráneos, y a menudo aparecían luchando por la presa o, mejor dicho, el tesoro descubierto. ¡Y qué expresividad tan genuinamente diabólica sabía en ocasiones infundir Pickman a los ciegos rostros de tan macabro botín! De cuando en cuando se les veía saltando en plena noche desde ventanas abiertas, o agazapados sobre el pecho de algún durmiente, al acecho de su garganta. En un lienzo se veía a un grupo de ellos aullando alrededor de una bruja ahorcada en Gallows Hill, cuyas demacradas facciones guardaban un extraordinario parecido con las de aquellos seres.

Al final descubre que el mismo Pickman sirve de modelo para sus aterradoras obras de arte:

Richard Upton Pickman, el artista más dotado que he conocido... y el más execrable ser que haya traspasado jamás los límites de la vida para abismarse en las simas del mito y la locura. El viejo Reid tenía razón, Eliot. No puede decirse que Pickman fuera humano estrictamente hablando. O bien nació bajo una influencia maligna, o dio con la forma de abrir la puerta prohibida. Ya da lo mismo, pues desapareció... volvió a abismarse en esa increíble oscuridad que él tanto gustaba frecuentar. Será mejor que encendamos el candelabro. [...]

Bueno... después de todo, aquel papel no era la fotografía de una perspectiva. En él se veía únicamente el ser monstruoso que estaba pintando en aquel horrible lienzo. Era el modelo en que se inspiraba... y el trasfondo no era sino la pared del estudio del sótano pintada con todo lujo de detalle. Por el amor de Dios, Eliot, aquella era una fotografía tomada del natural.


En Salem, Massachusetts, encontramos la tumba de la Familia Pickman, donde se puede leer la inscripción:

El Coronel Benjamin Pickman, murió el 13 de Mayo de 1819 a los 79 años de edad y sus hijos Mary Anne y Hasket , murieron a los 9 y 19 años respectivamente. Ambos hijos del Caballero Pickman y de su esposa Anstiss Derby.


Podemos ver también su escudo heráldico en el monumento funerario de la Familia Pickman, antepasados del artista Richard Upton Pickman, que aparece en el relato de H.P. Lovecraft. No es extraño encontrar en algún cementerio de Nueva Inglaterra, alguno de estos panteones familiares, lo extraño en esta Insólita Iberia es encontar la Tumba de la Familia Pickman en el centro del Cementerio Sarkomandiano de San Fernando.

Detalle de la Cripta de la Familia Pickman en el Cementerio de San Fernando, Sevilla

 


[1] En la puerta de Jerez (puerta de la muralla, derribada en el Siglo XIX) hubo sobre el arco de entrada unos versos latinos, que traducidos al castellano decían:

Hércules me edificó
Julio César me cercó
de muros y torres altas
y el rey santo me ganó
con Garci Pérez de Vargas.
lo que viene a ser, en sólo cinco versos, todo un compendio de la historia de Sevilla.

[2] Tumba de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Escritora nacida el 23 de marzo de 1814 en Santa María de Puerto Príncipe, Cuba. Es considerada como una de las voces más auténticas del romanticismo hispano. Así como la precursora del feminismo moderno tanto por su actitud vital como por la fuerza que imprime a sus personajes femeninos literarios.

[3] Sidney Sime fue uno de los pintores favoritos de H.P. Lovecraft. Enlaces relacionados con La Pintura en H.P. Lovecraft:

[4] Algunas Esculturas de Clark Ashton Smith. Pequeño Dossier Gráfico © Dogon

 

 
  
 

 
  
   

   
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